sábado, 4 de junio de 2016

Las miradas distintas

No culpo a la gente por no saber cómo mirarme. En los últimos dos años he desarrollado una especie de sensor que detecta todo tipo de mirada, y que además las analiza y comprende qué hay detrás de cada un de ellas. A lo largo de estos cinco años, me dedicaron todas las existentes.

Están las miradas dubitativas. Las asombradas. Las compasivas. Están las miradas que te dan una palmadita en la espalda y te dicen "Venga ánimo, chavala!". Existen también miradas interrogativas, casi acosadoras, otras que te fulminan con cautela y otras que te aprecian con desconfianza. Mientras, yo me hago más pequeña o más grande, según cómo tenga el día y cuántas horas haya podido dormir la noche anterior. Hay también un tipo de mirada particular y es la furtiva. Suelen ser las más cobardes o las más vacías; huyan al mirarte por primera vez y no quieren enfrentarse al problema que supone mirarte de nuevo por la incomodidad que les produce. Y esas, por desgracia han sido las más habituales, y las más decepcionantes.

Después, hay otro tipo de miradas y son las miradas que no se ven. Las miradas que no se ven pueden ser malas y pueden ser buenas. Depende de quien te las dedique y cuán limpios sean sus adentros. Los más sucios son capaces de dedicar mofa, odio y gratificación por las circunstancias duras que me acompañan. Es así, hay seres humanos programados para procesar el rencor como único sentimiento. A ellos, no les tengo nada que decir. Las otras miradas que no se ven son precisamente de quienes te acompañan todos los días, y te hacen creer que no te miran de ninguna forma particular más por lo que eres y no por lo que estás viviendo, es una mirada exclusiva y que requiere muchos sentimientos nobles y fuertes para ser capa de dedicarla. Éstas, son las únicas que no te hacen sentir un extraterrestre o que al menos, te hacen olvidar por momentos de la preocupación constante a la que estoy condenada.

Otro día os cuento como yo miro al resto y como me miro a mí misma.


Foto en la conferencia que di junto a Felipe Carnotto y Adrián Irago en IES SAN PAIO
sacada por Nata Fernández 

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