No dejo de ver en la prensa occidental y redes sociales la euforia y la admiración con la que se alaba a las mujeres kurdas que combaten en la guerra como ejemplo de dignidad y valentía.
No tengo ningún problema con que las mujeres kurdas cojan su arma para defenderse (1). Tampoco lo tengo en lo referente a la causa por la que lucha su pueblo, como cualquiera que abogue por la libre determinación, pues es indiscutiblemente legítima.
Sin embargo, nada se dice del resto de mujeres sirias que están en otras partes del territorio, que las doblan o triplican en número, y que están haciendo labores humanitarias, desde el sector de la educación a la sanidad (entre escombros) pasando por llevar a cabo labores de concienciación (en secreto) dentro de ciudades como Raqqa para alejar a los más jóvenes del adoctrinamiento de Daesh.
Ellas también son símbolo de valentía y dignidad. Aunque muchas lleven velo, y claro, eso es muy poco occidental y...vende mucho menos.
(1) en la mayoría de los titulares se señala que luchan contra ISIS, pero lo cierto es que los kurdos llevan a cabo ofensivas contra otras facciones no vinculadas al Daesh.
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