( Imagen: http://www.maysville-online.com/)
Con el anuncio por parte de SDF de la Euphrates Wrath Operation para liberar Raqqa, mucho se ha hablado estos últimos días sobre el destino de la ciudad y la provincia (cayendo de nuevo en la ambigüedad del objetivo real de la ofensiva) pero nada sobre el presente y futuro incierto de sus gentes. Tampoco se ha hablado de las 25 personas que han sido asesinadas en Heishe por la Coalición Internacional y las SDF. Menos todavía, de los desplazamientos forzosos de la población local. En especial, desde el norte de Raqqa, donde decenas de familias han sido obligadas a abandonar sus hogares dirección Eyn Arab, después de haber sido "liberadas" por SDF y unidades del YPG. Por supuesto, tampoco nadie se ha preguntado -porque su insignificancia para un mundo amoral, no lo permite- por las 10 familias de Laqatta cuyas casas fueron confiscadas por este mismo grupo, al ser acusados por una supuesta colaboración con Daesh.
Lejos de saborear la libertad, la tranquilidad y la dignidad, todas estas familias se encuentran abandonadas en el medio de la nada, lejos de sus hogares, y sin ningún tipo de asistencia sanitaria o cuidado de ninguna organización que vele por la protección de sus Derechos Humanos. Estas personas permanecen a la intemperie sin saber su destino. Y es que el repetido error al que se someten los análisis simplistas se basa en invisibilizar al afectado, y alcanzar una solución ateniendo a un corto plazo de tiempo, sin pensar en las consecuencias. Lo cierto es que, las SDF lejos de corresponder a su presentación oficial como "Coalición Multicultural" liberadora de la violación de derechos y de la atrocidad de Daesh, sus acciones no parecen respetar dichos principios dignos que la prensa occidental se empeña en adjudicarle. Las actuaciones del SDF, apoyadas por EEUU no solo son contrarias a su propia etiqueta de marketing "pluralista", sino también al Derecho Internacional. De otra manera, se ha puesto en en evidencia de nuevo, que lo que menos les interesa a sus padrinos yankis, son los Derechos Humanos que pregonan en su discurso (Desde ahora con Trump, ni tan siquiera eso). Además de contribuir al desequilibrio demográfico en la zona, realizar una limpieza étnica, las SDF no dudan en reclutar a menores de edad para que combatan en su frente, llegando incluso a amenazar a las familias que se negaban a que sus hijos se unieran a los combates. El mejor ejemplo de esto último ha tenido lugar en Minbij, donde las escuelas se han convertido en centros y cuarteles, (lo mismo que habían hecho anteriormente Daesh) y donde todo varón entre 18 y 42 años es reclutado a la fuerza para ser enviado al frente (Misma regla establecida por el régimen de Asad).
Todo esto, nos lleva a muchos a pensar en la injusta disyuntiva que recae sobre los sirios, donde ni
siquiera tiene lugar un mal menor que elegir, sino una consecutiva dinámica forzosa aterradora: Si estás dentro de un territorio controlado por Daesh, tu vida corre peligro diariamente. Puedes ser acusado de robo, de espionaje, de infiel, pueden matarte en cualquier momento. Si tu ciudad es liberada por las SDF, si no eres utilizado como escudo humano, con suerte tu destino será el de vagar en tierra de nadie después de ser expulsado de tu casa. Si el Ejército Sirio entra a tu ciudad, seguramente tu salvación es mínima ¿Queda alguien a estas alturas que no esté perseguido por el régimen y cuyo nombre no aparezca en sus listas negras? El futuro de los sirios no es oscuro, ni incierto, sino que está sentenciado al desastre sea cual sea la opción forzada a escoger. Nuestros padres, madres, hermanas, hermanos, tíos y tías, primos y primas incluso abuelos inundaron las calles en Siria en 2011 para pedir libertad, y nosotros nos unimos a ellos con la esperanza de un cambio. Hoy la libertad se encuentra demasiado lejos de nosotros, y lo más alto a lo que aspiran los nuestros es sobrevivir en sucesión macabra de alternativas que no dan lugar al aliento ni a la dignidad humana.
Mientras un gran sector analista y experto en conflictos bélicos se dedica a hacer lecturas -en muchos casos erróneas- sobre los múltiples bandos enfrentados, para llegar a la conclusión de que toda solución posible pasa por Asad, muchos nos preguntamos qué sucede con las vidas humanas atrapadas en Siria y fuera de sus fronteras. Poniendo énfasis -totalmente justificado- en la grave situación de los refugiados sirios, al mismo tiempo se ignora la existencia de desplazados internos que persisten en condiciones igualmente graves, pero cuya visibilidad es nula. ACNUR estima que 6'6 millones de sirios han tenido que abandonar sus hogares, y se encuentran actualmente desplazados dentro del territorio de su país. Estas personas se encuentran en "campos de refugiados" a los que ni tan siquiera accede ayuda humanitaria y asistencia técnica a causa de las prohibiciones por parte del régimen. En muchas ocasiones, los campos que se encuentran colindantes con la frontera turca, son controlados desde el otro lado de la frontera, y son bombardeados frecuentemente por la aviación rusa y siria, como sucedió en mayo de este mismo año donde 30 personas resultaron muertas en un campamento en Idlib, y también en agosto, en un campamento de refugiados al oeste de Alepo. Estas personas, se encuentran atrapadas, sin poder dar un paso atrás ni otro delante, dado que la frontera turca permanece cerrada, y no se duda en devolver a quien la atraviesa a territorio sirio, como muestra de una de las tantas violaciones de Derechos Humanos que comete la policía turca, que no duda en disparar a quien intenta escapar de su vigilancia. Daesh tampoco ha dudado en causar explosiones en estos campos, como por ejemplo el de Yarmuk al sur de Damasco. En octubre, cientos de civiles originarios de Deir Azzor, y que residían actualmente en un campo de desplazados en Shadadi (Hasaka), fueron detenidos por las SDF, mientras que los que no fueron detenidos fueron repartidos en otros campos de desplazados en pésimas condiciones.
Nosotros, los que estamos al otro lado, a los que nos importa la geoestrategia y el cálculo, pero nos importa más la vida de los nuestros, nos preguntamos qué ocurrirá con las decenas de familias expulsadas de sus hogares recientemente por las SDF y que actualmente, residen en medio de la nada. Nos preguntamos qué ocurrirá con esos millones de personas desplazadas, que no tienen ningún tipo de atención ni personal al que acudir, sabiendo que ni tan siquiera en un campo están exentos de ser bombardeados. Nos preguntamos por nuestras familias y amigos, qué les sucederá. Nos preguntamos por qué nos han dejado solos, y nos preguntamos qué es peor, que nos desprecien, nos utilicen, o nos olviden.
Mientras un gran sector analista y experto en conflictos bélicos se dedica a hacer lecturas -en muchos casos erróneas- sobre los múltiples bandos enfrentados, para llegar a la conclusión de que toda solución posible pasa por Asad, muchos nos preguntamos qué sucede con las vidas humanas atrapadas en Siria y fuera de sus fronteras. Poniendo énfasis -totalmente justificado- en la grave situación de los refugiados sirios, al mismo tiempo se ignora la existencia de desplazados internos que persisten en condiciones igualmente graves, pero cuya visibilidad es nula. ACNUR estima que 6'6 millones de sirios han tenido que abandonar sus hogares, y se encuentran actualmente desplazados dentro del territorio de su país. Estas personas se encuentran en "campos de refugiados" a los que ni tan siquiera accede ayuda humanitaria y asistencia técnica a causa de las prohibiciones por parte del régimen. En muchas ocasiones, los campos que se encuentran colindantes con la frontera turca, son controlados desde el otro lado de la frontera, y son bombardeados frecuentemente por la aviación rusa y siria, como sucedió en mayo de este mismo año donde 30 personas resultaron muertas en un campamento en Idlib, y también en agosto, en un campamento de refugiados al oeste de Alepo. Estas personas, se encuentran atrapadas, sin poder dar un paso atrás ni otro delante, dado que la frontera turca permanece cerrada, y no se duda en devolver a quien la atraviesa a territorio sirio, como muestra de una de las tantas violaciones de Derechos Humanos que comete la policía turca, que no duda en disparar a quien intenta escapar de su vigilancia. Daesh tampoco ha dudado en causar explosiones en estos campos, como por ejemplo el de Yarmuk al sur de Damasco. En octubre, cientos de civiles originarios de Deir Azzor, y que residían actualmente en un campo de desplazados en Shadadi (Hasaka), fueron detenidos por las SDF, mientras que los que no fueron detenidos fueron repartidos en otros campos de desplazados en pésimas condiciones.
Nosotros, los que estamos al otro lado, a los que nos importa la geoestrategia y el cálculo, pero nos importa más la vida de los nuestros, nos preguntamos qué ocurrirá con las decenas de familias expulsadas de sus hogares recientemente por las SDF y que actualmente, residen en medio de la nada. Nos preguntamos qué ocurrirá con esos millones de personas desplazadas, que no tienen ningún tipo de atención ni personal al que acudir, sabiendo que ni tan siquiera en un campo están exentos de ser bombardeados. Nos preguntamos por nuestras familias y amigos, qué les sucederá. Nos preguntamos por qué nos han dejado solos, y nos preguntamos qué es peor, que nos desprecien, nos utilicen, o nos olviden.
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