Volvamos a los años noventa, a los años "tranquilos" de Siria, todo lo tranquilo que puede ser vivir bajo una dictadura y un régimen que controla todo y parece tener ojos y oídos en cada esquina. La guerra civil y el infierno que se vive ahora todavía no se asomaba, pero había carencias de medios para muchos y limitaciones en derechos, tales como la libertad de expresión política y cultural. Los niños jugaban al escondite en los patios y no entre escombros obra de misiles, pero había miseria, mucha. Nunca me olvidaré de ciertas imágenes que, todavía años y años después me parten el alma, vuelcan mi corazón y maldicen las injusticias y lo mal agradecidos que somos quien gozamos de todo lo necesario. Ello en parte me ha hecho como soy, y no nunca ser lo que me aterra.
El reflejo de la situación económica en Siria por aquel entonces se proyectaba en la fuerte división de clases. Los ricos tenían y tenían mucho, y los pobres no. La clase media era algo difuminado. Por ello que cuando se dice que, el régimen de Hafez Al Asad era un régimen socialista me río a carcajadas. También es cierto que como siempre los que menos tenían eran los que más compartían, pero también por supuesto había excepciones. Algo que remarco mucho de la comunidad árabe es su solidaridad y generosidad.
Yo nací en una situación cómoda y poder venir aquí cada verano me permitía traer cosas y juguetes que allí todavía no existían o ver dibujos animados que tardarían en llegar a los canales. Después, porque recuerdo todavía la época en la que existía solamente un canal.
En mi ciudad había una librería a la que mi padre nos llevaba muchas veces y comprábamos el material escolar. Lo que más ostentoso, novedoso, o llamativos les parecía a mis padres nos aconsejaban dejarlo y usarlo en casa por respeto y solidaridad con aquellos quien no podía tenerlo, y al colegio llevar accesorios normales como la mayoría. Aunque siempre habían los listos que les gustaba presumir y restregar lo que tenían, algo muy feo pero que en formas más dilatadas e indirectas vi que aquí también sucedía, y lo sigue haciendo. De esa librería y de la librería Al-Khabour, la misma que el dueño era un gran amigo de mi padre, papá me traía las novedades más fresh del kiosko. Un ejemplo lo adjunto en la foto. El libreto verde con el policía se trata de uno de los tropecientos ejemplares que teníamos en casa de lo que aquí se llamaba Los Cinco, allí coloquialmente lo llamábamos "lojoz", que significa enigma. Sí, el mundo del misterio también enganchaba allí, no eran resueltos por Iker Jiménez, si no por cinco niños, egipcios creo recordar, donde cada componente del grupo tenía designado un rol y por supuesto el cabecilla era el valiente inteligente, fuera como fuera de difícil el problema, siempre se acababa solucionando y ellos triunfaban, no había milagros, sólo inteligencia. Cuenta la leyenda que mi hermano un día colocó todos los que teníamos en el patio de casa y logró cubrir el suelo por completo excepto la fuente "nafura" que había en el medio. A la derecha y a la izquierda son libros y cuentos de Chejov. Quien piense que los clásicos no llegaban allí miente. Los árabes son muy cultos y muy inteligentes y muy curiosos, sobre su literatura hablaré en otras entradas.
De esa misma librería también venía algo con lo que hemos crecido muchos árabes. Con una revista-comic que le guardo gran cariño y le debo muchas enseñanzas. Estaba editada en los Emiratos Árabes. Se llamaba Majed, y cuál fue mi sorpresa que hace poco descubrí que todavía sigue viva, y no mentiré al reconocer que la vuelvo a seguir y que en su momento, descendió una lágrima por tal reencuentro. Todavía recuerdo su olor, sus colores llamativos que brillaban en aquel papel tan particular, y mis ansias cada miércoles por leer una y otra vez aquel conjunto de comics. Majed era el protagonista (y jefe) de la revista. Los comics y sus personajes eran muy naifs pero también profundos. Aún siendo obvia la religiosidad en el contenido, también lo era el alto nivel de moralidad y lecciones de ética que contenía, tan valiosas, necesarias, y bellas de aplicar en cualquier niño de este mundo al margen de su religión. Contenía juegos, chistes, historietas, alguna fábula y lección vital, que hacía que esa noche tardaras un poco más en dormir.
Majed, la revista de generaciones y generaciones. Puedes verla online en http://www.majid.ae/ |
Solíamos ir a Aleppo con frecuencia, y allí comprábamos primero los cassettes, tenían una gran variedad en el catálogo internacional y más o menos actualizado. Luego abrió una tienda en Raqqa y todo fue más fácil. Escuché mi primera canción de los Beatles allí. En casa teníamos un equipo de música que cada vez que lo pienso quien me lo diera ahora.
Todavía también me acuerdo cuando llegó a casa nuestro primer ordenador que ni si quiera era un ordenador y que se conectaba a la tele, la pantalla aparecía en azul, podías escribir y no sé, pero poco más. También me acuerdo de cuando llegaron las consolas, una revolución en la ciudad del Eufrates. No muchos eran los que podían comprarla, pero supuso todo un acontecimiento en la historia de la diversión: Al Atari. Después llegaron las computadoras y no había muchas en la ciudad. Recuerdo que los primeros juegos que probé eran un quiz religioso, Tom Rider, y el Fifa, pintoresco elegir, sí señor, pero conseguí alcanzar buenas puntuaciones en las tres cosas aunque lo que más me gustaba era el último. Por las tardes jugaba siempre con mi hermano al fútbol, en terreno real, el patio de nuestra casa y siempre era portera. También nos gustaba mucho todos los juegos de mesa con preguntas, o construir cosas con piezas "El tente" y los puzzles. Internet llegó un poco más tarde y no con mucha potencia, pero descubrir google fue como si me hicieran un truco de magia. Recuerdo que estaban vetadas algunas páginas como /hotmail y otras muchas más por el régimen. Mis padres me concedían una hora y poco diaria para poder usarlo, a la tarde, después de ver la novela y los dibujos animados en Televisión Española Internacional. Después debería de estudiar, al terminar mi padre, tras cerrar su consulta me llevaba a dar una "dora" (vuelta, en árabe) en el pick up blanco que teníamos, por la ciudad, a veces incluso por las afueras, hasta el río y el puente viejo, incluso. Era mi momento favorito del día.
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