Cuando yo me vine aquí, hace exactamente 11 años, la gente me preguntaba cosas raras. Había algunas que me dolían, otras me hacían gracia, y otras simplemente me enchufaban de rabia por plantearme ya por aquel entonces el despotismo y el avance intelectual tan falso de Europa y los países supuestamente avanzados (Y no digo que en algunas cosas no lo sea, pero precisamente, de las que más presume, no parece demostrarlo). Me preguntaban si por la calle en Siria había leones, si mi madre y yo salíamos de casa, si sabía lo que era una televisión o si mi padre ya había acordado mi matrimonio a cambio de unas cuantas vacas. Yo en ese momento, ayer, era mucho más inteligente que ahora, y sonreía educadamente para decir "Las cosas no son como parecen". Entonces, después de molestarme en explicar pacientemente y sin resultado, me planteaba si las preguntas sobre la selva asfáltica, mi reclusión con mi madre, la televisión, mi futuro marido y pasto era realmente curiosidad o malicia, o simplemente ignorancia y falta de sensibilidad. Vivimos en un mundo que cada día, carece más de ella, y eso la verdad me entristece como tanto me preocupa. Realmente hoy no habría sobrevivido a aquel cambio y las tremendas humillaciones morales a las creo que fui sometida, y lo que conllevaban esas estúpidas "dudas".Me preguntaba al llegar a casa, cómo una sociedad que se proclama avanzada, con medios,y en este caso en particular en un colegio privado y de calidad (Para mí la mejor escuela es la pública, pero de eso ya hablaremos, aunque en mi mundo ideal, la escuela no existiría) era posible? Era posible que realmente la gente tuviera una idea tan aberrante y distorsionada de las culturas diferentes? ¿Por qué teniendo todos los medios en un país democrático no había un conocimiento real?¿Cómo es posible la integración ante prejuicios y superioridad? No entendía por qué no había ese ansia y sentimiento de deber en instituir a los más pequeños en un mundo abierto, donde valoráramos lo qué hay detrás de las fronteras, donde se alimentara las ganas de compartir con el otro y transmitir valores cívicos, a prepararlos para de verdad un mundo mejor, lo que siempre digo vaya, humanidad. No sé, me sentí decepcionada con todo ésto. También estuvieron a punto de hacerme sentir culpable por ser diferente, pero en ninguno de ambos lados, lograron al final conseguirlo.
Pero para eso ya tendré mucho tiempo de echar rapapolvos, os iba a contar como nos divertíamos. Y os conté como "los de allí" les gusta mucho el ambiente de la calle, "la hara" De alguna forma, es el patio común de todas las casas y las paredes de la esfera privada se desploman, y las cortinas de las ventanas se corren unas cuantas horas al día, al sol, con arguil, café, té y matte.
Continuará
Continuará
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