Ayer empecé a preparar un post no sé si tanto extenso como complejo. Se trataba (se trata) de un comentario y una valoración al programa emitido el pasado 20 de mayo en Cuatro, Infilitrados, cuya emisión tuvo lugar el miércoles, y al siguiente día la segunda parte. La temática de los dos programas tenían un denominador común: La guerra en Siria, y los civiles, no necesariamente sirios ni árabes captados, o ofrecidos a si mismos de manera voluntaria para la Yihad. Aunque esto fuera el epicentro temático, la situación de miseria, crudeza y gravemente inhumana que viven los sirios actualmente no pasaba a un plano meramente transversal ni mucho menos, creo que....a muchos fue lo que más nos emocionó. Creo que no he sido la única que ha llorado al ver los niños de Kobane, y como uno de ellos advertía al cámara que mejor no pasara a las ruinas del cole que estaba filmando (al que había ido anteriormente) porque: "Could be a bomb inside, yes!"
Mi intención era hoy seguir trabajando en el texto, pero me he enterado de algo importante, y tiene que ver con lo que acabo de mencionar. Creo que es mucho más importante movilizar a la ayuda, y más si se necesita inmediatamente, que un escrito normativo, o explicativo.
Uno de los periodistas, maravilloso ser humano, que arriesgó su vida atravesando la frontera en el reportaje de la semana pasada, Adrían Pampliega, es parte de una iniciativa que refleja muchos aspectos que él transmitió tanto en los días de grabación como en el plató: ternura, sensibilidad y querer realmente combatir esta situación tan injusta y deplorable que sufren los sirios, y los niños sobre todo, que son siempre los mayores afectados. La campaña Salvar a los niños perdidos de Siria (si pinchas, te llevará al evento del mismo de Facebook, puedes suscribirte en él también, o si no puedes seguir a Pampliega en Twitter: @Apampliega, o en su página de Facebook oficial) tiene como finalidad hacer llegar material escolar a niños sirios (bolígrafos, lápices de colores, cuadernos, cuadernos para colorear, o libros preferiblemente en árabe, inglés o francés, cualquier cosa para que los niños puedan continuar su formación en la medida que se puede). Lamentablemente la fecha de recogida de material ha terminado el 15 de mayo, por temas de logística y organización. Pero...PUEDES AYUDAR IGUALMENTE!!!!!! Se necesita también dinero para enviar todas las cajas y costear el transporte. Así que puedes ingresar la cantidad que quieras en esta cuenta:
La Caixa ES31 2100 7876 66 0200034473 con el Concepto: Siria// Niños Siria.
Por favor, es muy importante! Es un gesto que no te obliga una mensualidad, ni una cuota mínima. Simplemente ingresas la cantidad que creas adecuada y conforme a tu situación y la causa. Sé que vivimos en tiempos difíciles, y que muchos de los que me leéis sois estudiantes, pero también somos humanos, verdad? :) :)
Soy consciente que no está bien pedir, pero creo que esto no lo es. También sé que, afortunadamente, me rodeo de mucha gente que le hubiera gustado mandar cosas, os prometo que organizaré una recogida de material y medicamentos próximamente en cuanto pueda y sepa de una forma segura de hacerlo llegar.
Sabéis que nunca os pido nada, ni que me hagáis propaganda...pero por favor en este caso me gustaría que los que quisierais, no solamente apreciáis mi trabajo si no el de tanta gente que está haciendo mover esto, compartierais la info. Gracias de todo corazón!!!!!!!!!
Recuerda:
La Caixa ES31 2100 7876 66 0200034473
Concepto Siria // Niños Siria
Próximo post, os publico lo escrito sobre Infiltrados, pero esto era más importante.
Gracias a todos los que me leéis y me apoyáis, también en este caso me gustaría darle las gracias a Antonio Pampliega por responderme de una forma que....me emocionó tanto como verlo cruzar la frontera saltando, a oscuras, bajo el ruido de la sirena.
miércoles, 27 de mayo de 2015
miércoles, 20 de mayo de 2015
Como pasaba el tiempo II
Hace siete días daba los primeros pasos hacia el núcleo temático de esta semana. Las formas de divertirse han cambiado aquí, y por no decir allí porque la diversión en estos momentos como es obvio es inexistente. La única ilusión que mantiene a los más pequeños y a los universitarios es algún día poder volver a la escuela o la universidad, y poder hacer los exámenes que ahora no pueden. No solamente carecen de medios, y pasatiempos si no que su vida se ve amenazada constantemente y no gozan de ningún derecho básico como puede ser la educación y qué decir de la sanidad.
Volvamos a los años noventa, a los años "tranquilos" de Siria, todo lo tranquilo que puede ser vivir bajo una dictadura y un régimen que controla todo y parece tener ojos y oídos en cada esquina. La guerra civil y el infierno que se vive ahora todavía no se asomaba, pero había carencias de medios para muchos y limitaciones en derechos, tales como la libertad de expresión política y cultural. Los niños jugaban al escondite en los patios y no entre escombros obra de misiles, pero había miseria, mucha. Nunca me olvidaré de ciertas imágenes que, todavía años y años después me parten el alma, vuelcan mi corazón y maldicen las injusticias y lo mal agradecidos que somos quien gozamos de todo lo necesario. Ello en parte me ha hecho como soy, y no nunca ser lo que me aterra.
El reflejo de la situación económica en Siria por aquel entonces se proyectaba en la fuerte división de clases. Los ricos tenían y tenían mucho, y los pobres no. La clase media era algo difuminado. Por ello que cuando se dice que, el régimen de Hafez Al Asad era un régimen socialista me río a carcajadas. También es cierto que como siempre los que menos tenían eran los que más compartían, pero también por supuesto había excepciones. Algo que remarco mucho de la comunidad árabe es su solidaridad y generosidad.
Yo nací en una situación cómoda y poder venir aquí cada verano me permitía traer cosas y juguetes que allí todavía no existían o ver dibujos animados que tardarían en llegar a los canales. Después, porque recuerdo todavía la época en la que existía solamente un canal.
En mi ciudad había una librería a la que mi padre nos llevaba muchas veces y comprábamos el material escolar. Lo que más ostentoso, novedoso, o llamativos les parecía a mis padres nos aconsejaban dejarlo y usarlo en casa por respeto y solidaridad con aquellos quien no podía tenerlo, y al colegio llevar accesorios normales como la mayoría. Aunque siempre habían los listos que les gustaba presumir y restregar lo que tenían, algo muy feo pero que en formas más dilatadas e indirectas vi que aquí también sucedía, y lo sigue haciendo. De esa librería y de la librería Al-Khabour, la misma que el dueño era un gran amigo de mi padre, papá me traía las novedades más fresh del kiosko. Un ejemplo lo adjunto en la foto. El libreto verde con el policía se trata de uno de los tropecientos ejemplares que teníamos en casa de lo que aquí se llamaba Los Cinco, allí coloquialmente lo llamábamos "lojoz", que significa enigma. Sí, el mundo del misterio también enganchaba allí, no eran resueltos por Iker Jiménez, si no por cinco niños, egipcios creo recordar, donde cada componente del grupo tenía designado un rol y por supuesto el cabecilla era el valiente inteligente, fuera como fuera de difícil el problema, siempre se acababa solucionando y ellos triunfaban, no había milagros, sólo inteligencia. Cuenta la leyenda que mi hermano un día colocó todos los que teníamos en el patio de casa y logró cubrir el suelo por completo excepto la fuente "nafura" que había en el medio. A la derecha y a la izquierda son libros y cuentos de Chejov. Quien piense que los clásicos no llegaban allí miente. Los árabes son muy cultos y muy inteligentes y muy curiosos, sobre su literatura hablaré en otras entradas.
De esa misma librería también venía algo con lo que hemos crecido muchos árabes. Con una revista-comic que le guardo gran cariño y le debo muchas enseñanzas. Estaba editada en los Emiratos Árabes. Se llamaba Majed, y cuál fue mi sorpresa que hace poco descubrí que todavía sigue viva, y no mentiré al reconocer que la vuelvo a seguir y que en su momento, descendió una lágrima por tal reencuentro. Todavía recuerdo su olor, sus colores llamativos que brillaban en aquel papel tan particular, y mis ansias cada miércoles por leer una y otra vez aquel conjunto de comics. Majed era el protagonista (y jefe) de la revista. Los comics y sus personajes eran muy naifs pero también profundos. Aún siendo obvia la religiosidad en el contenido, también lo era el alto nivel de moralidad y lecciones de ética que contenía, tan valiosas, necesarias, y bellas de aplicar en cualquier niño de este mundo al margen de su religión. Contenía juegos, chistes, historietas, alguna fábula y lección vital, que hacía que esa noche tardaras un poco más en dormir.
Solíamos ir a Aleppo con frecuencia, y allí comprábamos primero los cassettes, tenían una gran variedad en el catálogo internacional y más o menos actualizado. Luego abrió una tienda en Raqqa y todo fue más fácil. Escuché mi primera canción de los Beatles allí. En casa teníamos un equipo de música que cada vez que lo pienso quien me lo diera ahora.
Todavía también me acuerdo cuando llegó a casa nuestro primer ordenador que ni si quiera era un ordenador y que se conectaba a la tele, la pantalla aparecía en azul, podías escribir y no sé, pero poco más. También me acuerdo de cuando llegaron las consolas, una revolución en la ciudad del Eufrates. No muchos eran los que podían comprarla, pero supuso todo un acontecimiento en la historia de la diversión: Al Atari. Después llegaron las computadoras y no había muchas en la ciudad. Recuerdo que los primeros juegos que probé eran un quiz religioso, Tom Rider, y el Fifa, pintoresco elegir, sí señor, pero conseguí alcanzar buenas puntuaciones en las tres cosas aunque lo que más me gustaba era el último. Por las tardes jugaba siempre con mi hermano al fútbol, en terreno real, el patio de nuestra casa y siempre era portera. También nos gustaba mucho todos los juegos de mesa con preguntas, o construir cosas con piezas "El tente" y los puzzles. Internet llegó un poco más tarde y no con mucha potencia, pero descubrir google fue como si me hicieran un truco de magia. Recuerdo que estaban vetadas algunas páginas como /hotmail y otras muchas más por el régimen. Mis padres me concedían una hora y poco diaria para poder usarlo, a la tarde, después de ver la novela y los dibujos animados en Televisión Española Internacional. Después debería de estudiar, al terminar mi padre, tras cerrar su consulta me llevaba a dar una "dora" (vuelta, en árabe) en el pick up blanco que teníamos, por la ciudad, a veces incluso por las afueras, hasta el río y el puente viejo, incluso. Era mi momento favorito del día.
Volvamos a los años noventa, a los años "tranquilos" de Siria, todo lo tranquilo que puede ser vivir bajo una dictadura y un régimen que controla todo y parece tener ojos y oídos en cada esquina. La guerra civil y el infierno que se vive ahora todavía no se asomaba, pero había carencias de medios para muchos y limitaciones en derechos, tales como la libertad de expresión política y cultural. Los niños jugaban al escondite en los patios y no entre escombros obra de misiles, pero había miseria, mucha. Nunca me olvidaré de ciertas imágenes que, todavía años y años después me parten el alma, vuelcan mi corazón y maldicen las injusticias y lo mal agradecidos que somos quien gozamos de todo lo necesario. Ello en parte me ha hecho como soy, y no nunca ser lo que me aterra.
El reflejo de la situación económica en Siria por aquel entonces se proyectaba en la fuerte división de clases. Los ricos tenían y tenían mucho, y los pobres no. La clase media era algo difuminado. Por ello que cuando se dice que, el régimen de Hafez Al Asad era un régimen socialista me río a carcajadas. También es cierto que como siempre los que menos tenían eran los que más compartían, pero también por supuesto había excepciones. Algo que remarco mucho de la comunidad árabe es su solidaridad y generosidad.
Yo nací en una situación cómoda y poder venir aquí cada verano me permitía traer cosas y juguetes que allí todavía no existían o ver dibujos animados que tardarían en llegar a los canales. Después, porque recuerdo todavía la época en la que existía solamente un canal.
En mi ciudad había una librería a la que mi padre nos llevaba muchas veces y comprábamos el material escolar. Lo que más ostentoso, novedoso, o llamativos les parecía a mis padres nos aconsejaban dejarlo y usarlo en casa por respeto y solidaridad con aquellos quien no podía tenerlo, y al colegio llevar accesorios normales como la mayoría. Aunque siempre habían los listos que les gustaba presumir y restregar lo que tenían, algo muy feo pero que en formas más dilatadas e indirectas vi que aquí también sucedía, y lo sigue haciendo. De esa librería y de la librería Al-Khabour, la misma que el dueño era un gran amigo de mi padre, papá me traía las novedades más fresh del kiosko. Un ejemplo lo adjunto en la foto. El libreto verde con el policía se trata de uno de los tropecientos ejemplares que teníamos en casa de lo que aquí se llamaba Los Cinco, allí coloquialmente lo llamábamos "lojoz", que significa enigma. Sí, el mundo del misterio también enganchaba allí, no eran resueltos por Iker Jiménez, si no por cinco niños, egipcios creo recordar, donde cada componente del grupo tenía designado un rol y por supuesto el cabecilla era el valiente inteligente, fuera como fuera de difícil el problema, siempre se acababa solucionando y ellos triunfaban, no había milagros, sólo inteligencia. Cuenta la leyenda que mi hermano un día colocó todos los que teníamos en el patio de casa y logró cubrir el suelo por completo excepto la fuente "nafura" que había en el medio. A la derecha y a la izquierda son libros y cuentos de Chejov. Quien piense que los clásicos no llegaban allí miente. Los árabes son muy cultos y muy inteligentes y muy curiosos, sobre su literatura hablaré en otras entradas.
De esa misma librería también venía algo con lo que hemos crecido muchos árabes. Con una revista-comic que le guardo gran cariño y le debo muchas enseñanzas. Estaba editada en los Emiratos Árabes. Se llamaba Majed, y cuál fue mi sorpresa que hace poco descubrí que todavía sigue viva, y no mentiré al reconocer que la vuelvo a seguir y que en su momento, descendió una lágrima por tal reencuentro. Todavía recuerdo su olor, sus colores llamativos que brillaban en aquel papel tan particular, y mis ansias cada miércoles por leer una y otra vez aquel conjunto de comics. Majed era el protagonista (y jefe) de la revista. Los comics y sus personajes eran muy naifs pero también profundos. Aún siendo obvia la religiosidad en el contenido, también lo era el alto nivel de moralidad y lecciones de ética que contenía, tan valiosas, necesarias, y bellas de aplicar en cualquier niño de este mundo al margen de su religión. Contenía juegos, chistes, historietas, alguna fábula y lección vital, que hacía que esa noche tardaras un poco más en dormir.
Majed, la revista de generaciones y generaciones. Puedes verla online en http://www.majid.ae/ |
Solíamos ir a Aleppo con frecuencia, y allí comprábamos primero los cassettes, tenían una gran variedad en el catálogo internacional y más o menos actualizado. Luego abrió una tienda en Raqqa y todo fue más fácil. Escuché mi primera canción de los Beatles allí. En casa teníamos un equipo de música que cada vez que lo pienso quien me lo diera ahora.
Todavía también me acuerdo cuando llegó a casa nuestro primer ordenador que ni si quiera era un ordenador y que se conectaba a la tele, la pantalla aparecía en azul, podías escribir y no sé, pero poco más. También me acuerdo de cuando llegaron las consolas, una revolución en la ciudad del Eufrates. No muchos eran los que podían comprarla, pero supuso todo un acontecimiento en la historia de la diversión: Al Atari. Después llegaron las computadoras y no había muchas en la ciudad. Recuerdo que los primeros juegos que probé eran un quiz religioso, Tom Rider, y el Fifa, pintoresco elegir, sí señor, pero conseguí alcanzar buenas puntuaciones en las tres cosas aunque lo que más me gustaba era el último. Por las tardes jugaba siempre con mi hermano al fútbol, en terreno real, el patio de nuestra casa y siempre era portera. También nos gustaba mucho todos los juegos de mesa con preguntas, o construir cosas con piezas "El tente" y los puzzles. Internet llegó un poco más tarde y no con mucha potencia, pero descubrir google fue como si me hicieran un truco de magia. Recuerdo que estaban vetadas algunas páginas como /hotmail y otras muchas más por el régimen. Mis padres me concedían una hora y poco diaria para poder usarlo, a la tarde, después de ver la novela y los dibujos animados en Televisión Española Internacional. Después debería de estudiar, al terminar mi padre, tras cerrar su consulta me llevaba a dar una "dora" (vuelta, en árabe) en el pick up blanco que teníamos, por la ciudad, a veces incluso por las afueras, hasta el río y el puente viejo, incluso. Era mi momento favorito del día.
martes, 12 de mayo de 2015
Como pasaba el tiempo: Parte I
También me parece interesante el contar cómo nos divertíamos. Hacerlo, pienso, que por una parte muestra lo interesante (a quien le pueda parecer) del modus vivendi de la sociedad siria en los noventa, y sobre todo del sector más joven. Por otra parte, la manera en la que entretenerse y consumir el tiempo ha mutado en los dos mundos y digo en los dos porque no creo que fueran tan diferentes. Hoy en día, diría que ha cambiado a peor. Por supuesto en uno más que en otro.
Cuando yo me vine aquí, hace exactamente 11 años, la gente me preguntaba cosas raras. Había algunas que me dolían, otras me hacían gracia, y otras simplemente me enchufaban de rabia por plantearme ya por aquel entonces el despotismo y el avance intelectual tan falso de Europa y los países supuestamente avanzados (Y no digo que en algunas cosas no lo sea, pero precisamente, de las que más presume, no parece demostrarlo). Me preguntaban si por la calle en Siria había leones, si mi madre y yo salíamos de casa, si sabía lo que era una televisión o si mi padre ya había acordado mi matrimonio a cambio de unas cuantas vacas. Yo en ese momento, ayer, era mucho más inteligente que ahora, y sonreía educadamente para decir "Las cosas no son como parecen". Entonces, después de molestarme en explicar pacientemente y sin resultado, me planteaba si las preguntas sobre la selva asfáltica, mi reclusión con mi madre, la televisión, mi futuro marido y pasto era realmente curiosidad o malicia, o simplemente ignorancia y falta de sensibilidad. Vivimos en un mundo que cada día, carece más de ella, y eso la verdad me entristece como tanto me preocupa. Realmente hoy no habría sobrevivido a aquel cambio y las tremendas humillaciones morales a las creo que fui sometida, y lo que conllevaban esas estúpidas "dudas".Me preguntaba al llegar a casa, cómo una sociedad que se proclama avanzada, con medios,y en este caso en particular en un colegio privado y de calidad (Para mí la mejor escuela es la pública, pero de eso ya hablaremos, aunque en mi mundo ideal, la escuela no existiría) era posible? Era posible que realmente la gente tuviera una idea tan aberrante y distorsionada de las culturas diferentes? ¿Por qué teniendo todos los medios en un país democrático no había un conocimiento real?¿Cómo es posible la integración ante prejuicios y superioridad? No entendía por qué no había ese ansia y sentimiento de deber en instituir a los más pequeños en un mundo abierto, donde valoráramos lo qué hay detrás de las fronteras, donde se alimentara las ganas de compartir con el otro y transmitir valores cívicos, a prepararlos para de verdad un mundo mejor, lo que siempre digo vaya, humanidad. No sé, me sentí decepcionada con todo ésto. También estuvieron a punto de hacerme sentir culpable por ser diferente, pero en ninguno de ambos lados, lograron al final conseguirlo.
Pero para eso ya tendré mucho tiempo de echar rapapolvos, os iba a contar como nos divertíamos. Y os conté como "los de allí" les gusta mucho el ambiente de la calle, "la hara" De alguna forma, es el patio común de todas las casas y las paredes de la esfera privada se desploman, y las cortinas de las ventanas se corren unas cuantas horas al día, al sol, con arguil, café, té y matte.
Continuará
Continuará
jueves, 7 de mayo de 2015
Cartas virtuales II: De cuando la distancia no hace el olvido
El otro día contaba que había estado hablando con mi amiga MMA. Ayer también lo hice y me mandó una foto con una antigua compañera nuestra del colegio con la que se había encontrado. Ambas residen en Turquía en estos momentos. MMA. me contaba lo mucho que estaba sufriendo porque su novio estaba en Siria, pero que sabía que pronto se iban a encontrar y ser felices.
Hay muchas cosas que me fascinan de la gente de "allí". Puedo decir que el humor y la alegría que los acompaña en todo momento es un fenómeno diferenciador. La pasión con la que quieren las cosas, con las que aman a los suyos. La buena energía arroyadora que desprende todos sus deseos. Su actitud valiente e ingenio agudo pero a la vez su calidez entrañable. Parece que no quieren, ni necesitan estar solos. Recuerdo que hace un par de años, hablando con una prima mía, me contaba que estaban sufriendo ataques, yo me desplomé a llorar, y fue curioso que ella fuera quien me terminara consolando a mí, ella que estaba bajo el peligro y yo bajo el techo de mi casa luminosa, sentada en mi sofá con la nevera llena "Todo irá bien querida, no estés mal,sólo reza por nosotros" ¿Cómo explicarle que ni si quiera podía rezar porque en ese momento no creía en nada?Estaba destrozada. No era justo.
Cuando en la carrera estudié la corriente del comunitarismo (en general) y comunidad (en concreto), pude distinguir varios rasgos totalmente aplicables a la comunidad árabe, y específicamente a la siria en tiempos de guerra. Vivir en dos mundos tan opuestos, te proporciona unas lentes especiales que te permite diseccionar algunos rasgos (y también mitos) de ambas sociedades reales. Está claro, que mucha parte de Europa (Y sobre todo quien la domina) destila aires de individualización, factura del capitalismo desbordado, excedentes de la ambición colonialista que indirectamente se apropia de la conciencia y a su vez en las actitudes cotidianas. Es, sin duda, pese a quien le pese, el reino del utilitarismo, con el interés como único motor de mover ficha, y un cálculo coste-beneficio como ejercicio constante. Los lazos humanos se van debilitando poco a poco, "queremos nuestro espacio", nuestra vida, nuestras "cosas", porque estamos demasiado seguros que aún actuando como máquinas, los nuestros seguirán ahí. No entendemos que el día de mañana podemos pasar hambre, podrán echarnos de nuestra casa, o tendremos que irnos a vivir al país de al lado como acogidos, sin nada. Quizás, si eso pasara la cosa cambiaría, pero lo cierto es que sería demasiado tarde para poder disfrutarlo. Recuerdo como en Raqqa las familias tenían la costumbre de al atardecer sacar las sillas a la calle y sacar café, té y mattha, se juntaban con los vecinos y los hijos de ambos jugaban en la "hara" (Hara significa calle, pero en un tono cariñoso, asumiendo que es algo parte de nosotros). A día de hoy, en las harat siembre el caos y la anarquía en su tono más destructivo. La única salvación es el sentimiento de comunidad y unión de los vecinos que ceden sus sótanos para que funcionen como salas de hospitales (porque los de antes, están destruidos), y en otras ocasiones aulas de colegio (que tampoco existen ya). Las personas comparten la poca comida que tienen y el poco refugio que les queda. Pero sin duda, es una gran lección de humanidad y empatía. En la ciudad, existen gobiernos locales que forman los propios vecinos, donde se organizan asambleas y turnos de vigilancia para velar por los más pequeños e indefensos. Todos son indefensos.
Contactar de nuevo con mis amigos, y en estas circunstancias ha sido algo que jamás olvidaré en la vida. Llevo tatuado parte de su recuerdo en mi muñeca, pero el más grande en el corazón. Cuando yo me vine aquí a vivir a España, fue de una forma inesperada. Vine a pasar un verano más como otro cualquiera pero las circunstancias hicieron que ese verano durara más que los anteriores, 4 meses, 6 navidades, 8 veranos, un total de 10 años. Ese verano, casualmente, no me despedí de ellos, nos marchamos pronto.
Hay muchas cosas que me fascinan de la gente de "allí". Puedo decir que el humor y la alegría que los acompaña en todo momento es un fenómeno diferenciador. La pasión con la que quieren las cosas, con las que aman a los suyos. La buena energía arroyadora que desprende todos sus deseos. Su actitud valiente e ingenio agudo pero a la vez su calidez entrañable. Parece que no quieren, ni necesitan estar solos. Recuerdo que hace un par de años, hablando con una prima mía, me contaba que estaban sufriendo ataques, yo me desplomé a llorar, y fue curioso que ella fuera quien me terminara consolando a mí, ella que estaba bajo el peligro y yo bajo el techo de mi casa luminosa, sentada en mi sofá con la nevera llena "Todo irá bien querida, no estés mal,sólo reza por nosotros" ¿Cómo explicarle que ni si quiera podía rezar porque en ese momento no creía en nada?Estaba destrozada. No era justo.
Cuando en la carrera estudié la corriente del comunitarismo (en general) y comunidad (en concreto), pude distinguir varios rasgos totalmente aplicables a la comunidad árabe, y específicamente a la siria en tiempos de guerra. Vivir en dos mundos tan opuestos, te proporciona unas lentes especiales que te permite diseccionar algunos rasgos (y también mitos) de ambas sociedades reales. Está claro, que mucha parte de Europa (Y sobre todo quien la domina) destila aires de individualización, factura del capitalismo desbordado, excedentes de la ambición colonialista que indirectamente se apropia de la conciencia y a su vez en las actitudes cotidianas. Es, sin duda, pese a quien le pese, el reino del utilitarismo, con el interés como único motor de mover ficha, y un cálculo coste-beneficio como ejercicio constante. Los lazos humanos se van debilitando poco a poco, "queremos nuestro espacio", nuestra vida, nuestras "cosas", porque estamos demasiado seguros que aún actuando como máquinas, los nuestros seguirán ahí. No entendemos que el día de mañana podemos pasar hambre, podrán echarnos de nuestra casa, o tendremos que irnos a vivir al país de al lado como acogidos, sin nada. Quizás, si eso pasara la cosa cambiaría, pero lo cierto es que sería demasiado tarde para poder disfrutarlo. Recuerdo como en Raqqa las familias tenían la costumbre de al atardecer sacar las sillas a la calle y sacar café, té y mattha, se juntaban con los vecinos y los hijos de ambos jugaban en la "hara" (Hara significa calle, pero en un tono cariñoso, asumiendo que es algo parte de nosotros). A día de hoy, en las harat siembre el caos y la anarquía en su tono más destructivo. La única salvación es el sentimiento de comunidad y unión de los vecinos que ceden sus sótanos para que funcionen como salas de hospitales (porque los de antes, están destruidos), y en otras ocasiones aulas de colegio (que tampoco existen ya). Las personas comparten la poca comida que tienen y el poco refugio que les queda. Pero sin duda, es una gran lección de humanidad y empatía. En la ciudad, existen gobiernos locales que forman los propios vecinos, donde se organizan asambleas y turnos de vigilancia para velar por los más pequeños e indefensos. Todos son indefensos.
Contactar de nuevo con mis amigos, y en estas circunstancias ha sido algo que jamás olvidaré en la vida. Llevo tatuado parte de su recuerdo en mi muñeca, pero el más grande en el corazón. Cuando yo me vine aquí a vivir a España, fue de una forma inesperada. Vine a pasar un verano más como otro cualquiera pero las circunstancias hicieron que ese verano durara más que los anteriores, 4 meses, 6 navidades, 8 veranos, un total de 10 años. Ese verano, casualmente, no me despedí de ellos, nos marchamos pronto.
martes, 5 de mayo de 2015
Cartas virtuales I: El día de la madre
El otro día, conseguí contactar con mi amiga M.
Muchas veces, he maldecido la tecnología, y con ello el exceso de uso de las telcomunicaciones, pero al mismo tiempo las he bendecido. Y es que gracias a ellas he podido retomar viejas amistades, o establecer un contacto de una forma más continua, aunque eso no quiere decir que le deba todo. Todavía guardo muchas cartas, y mensajes a la vieja usanza, señales y abrazos que fueron enviados con terceros. Algunas me resisto a abrirlas porque realmente me mata de ternura, al mismo tiempo que hace que crea que las relaciones de amistad verdaderas sí existen, pese a los impedimentos que puedan resultar el tiempo, la distancia y la guerra.
M. fue, es, una de mis mejores amigas. Fue, es, un miembro importante en mi pandilla del cole, que nació realmente en la guardería (Kanisa). Kanisa, significa en árabe "iglesia". Quizás, con ésto dejo entrever que en Siria existe un número considerado de cristianos (sobre todo en la capital, Damasco, y en la Costa). También dejo caer, que a los cristianos no se les quemaba ni maltrataba, pero le dedicaré este tema otro día. A esa guardería fui yo, hija de cristiana y árabe y muchos hijos de musulmanes, que por una razón u otra decidieron enviar a sus hijos a la Kanisa. Era un centro respetado y dentro de lo que había, de calidad. Su duración era lo que aquí se equivale a pre Escolar. Ibas a los 3, 4 años y a los 6 te hacías mayor, cambiabas de color de mandilón y te ponían un fulard como uniforme, su color dependía del curso en el que estuvieras.
Pero volviendo a los días de la Kanisa, guardo unos recuerdos muy bonitos. Allí, como todo el hijo de vecino, fue el momento que más tiempo pasé separada de mi madre y donde conocí a mi primer amor, y mi mejor amiga. A los tres años nos enseñaban ya el francés, incluso antes que el inglés, y dormíamos la siesta, cosa que siempre me causaba mucho trabajo, todo lo contrario a ahora.
De pequeña era muy extrovertida, y muy alegre. Me gustaba siempre estar con personas mayores que yo y por lo tanto, hacer cosas que no correspondían ni a mi edad, ni a veces a los estúpidos estereotipos que acompañaban a mi condición como mujer o mi posición social. Yo era hija de médico, y "debía de comportarme como tal y no avergonzar a la familia y al apellido". Pero realmente, siempre me lo pasé por el arco del triunfo. Cuando iba a la kanisa, me sentaba de copiloto del conductor que se llamaba Fadi, del que era muy colega y le contaba mis historias. Recuerdo el primer día que mi padre me llevó, fue todo un show. Empecé a llorar mucho cuando vi que se iba, cruzando ese patio largo que me parecía no terminarse nunca. Pero luego me ofrecieron un caramelo, lo comí, me froté los ojos y fui a jugar. Era bastante pilla, a mis padres les decía que no había clase al día siguiente porque el conductor del autocar me lo había dicho, y lo peor de todo es que ellos se lo creían. Fue ahí donde empecé a acercarme a mis amigos, que lo siguen siendo a día de hoy. Una amistad que nació en una guardería y maduró en un colegio, perduró en el tiempo y resistió al hecho más atroz que la humanidad puede sucumbir.
Las profesoras no tenían porqué ser cristianas, las había de todo tipo y color, y mucho menos tenían que ser católicas. Celebrábamos muchos festivales, recuerdo. Celebrábamos todo, cualquier excusa valía. Nos reuníamos en el pequeño auditorio contiguo que tenía el centro, y allí hacíamos performance de todo tipo: cantar, bailar, obras de teatro...recitales. Allí fue mi debut como oradora y poeta, todavía guardo ese recuerdo en mi cabeza, aunque el blanco nuclear de las medias que llevaba me emborrone un poco la imagen. Recuerdo a mi madre y a mi padre, a mi hermano y mis hermanas aplaudiendo mucho. Si mal no recuerdo, era el día de la madre y el poema tenía que ver con el festejo y empezaba con este verso:"Mama, mama y'a anghama".
Muchas veces, he maldecido la tecnología, y con ello el exceso de uso de las telcomunicaciones, pero al mismo tiempo las he bendecido. Y es que gracias a ellas he podido retomar viejas amistades, o establecer un contacto de una forma más continua, aunque eso no quiere decir que le deba todo. Todavía guardo muchas cartas, y mensajes a la vieja usanza, señales y abrazos que fueron enviados con terceros. Algunas me resisto a abrirlas porque realmente me mata de ternura, al mismo tiempo que hace que crea que las relaciones de amistad verdaderas sí existen, pese a los impedimentos que puedan resultar el tiempo, la distancia y la guerra.
M. fue, es, una de mis mejores amigas. Fue, es, un miembro importante en mi pandilla del cole, que nació realmente en la guardería (Kanisa). Kanisa, significa en árabe "iglesia". Quizás, con ésto dejo entrever que en Siria existe un número considerado de cristianos (sobre todo en la capital, Damasco, y en la Costa). También dejo caer, que a los cristianos no se les quemaba ni maltrataba, pero le dedicaré este tema otro día. A esa guardería fui yo, hija de cristiana y árabe y muchos hijos de musulmanes, que por una razón u otra decidieron enviar a sus hijos a la Kanisa. Era un centro respetado y dentro de lo que había, de calidad. Su duración era lo que aquí se equivale a pre Escolar. Ibas a los 3, 4 años y a los 6 te hacías mayor, cambiabas de color de mandilón y te ponían un fulard como uniforme, su color dependía del curso en el que estuvieras.
Pero volviendo a los días de la Kanisa, guardo unos recuerdos muy bonitos. Allí, como todo el hijo de vecino, fue el momento que más tiempo pasé separada de mi madre y donde conocí a mi primer amor, y mi mejor amiga. A los tres años nos enseñaban ya el francés, incluso antes que el inglés, y dormíamos la siesta, cosa que siempre me causaba mucho trabajo, todo lo contrario a ahora.
De pequeña era muy extrovertida, y muy alegre. Me gustaba siempre estar con personas mayores que yo y por lo tanto, hacer cosas que no correspondían ni a mi edad, ni a veces a los estúpidos estereotipos que acompañaban a mi condición como mujer o mi posición social. Yo era hija de médico, y "debía de comportarme como tal y no avergonzar a la familia y al apellido". Pero realmente, siempre me lo pasé por el arco del triunfo. Cuando iba a la kanisa, me sentaba de copiloto del conductor que se llamaba Fadi, del que era muy colega y le contaba mis historias. Recuerdo el primer día que mi padre me llevó, fue todo un show. Empecé a llorar mucho cuando vi que se iba, cruzando ese patio largo que me parecía no terminarse nunca. Pero luego me ofrecieron un caramelo, lo comí, me froté los ojos y fui a jugar. Era bastante pilla, a mis padres les decía que no había clase al día siguiente porque el conductor del autocar me lo había dicho, y lo peor de todo es que ellos se lo creían. Fue ahí donde empecé a acercarme a mis amigos, que lo siguen siendo a día de hoy. Una amistad que nació en una guardería y maduró en un colegio, perduró en el tiempo y resistió al hecho más atroz que la humanidad puede sucumbir.
Las profesoras no tenían porqué ser cristianas, las había de todo tipo y color, y mucho menos tenían que ser católicas. Celebrábamos muchos festivales, recuerdo. Celebrábamos todo, cualquier excusa valía. Nos reuníamos en el pequeño auditorio contiguo que tenía el centro, y allí hacíamos performance de todo tipo: cantar, bailar, obras de teatro...recitales. Allí fue mi debut como oradora y poeta, todavía guardo ese recuerdo en mi cabeza, aunque el blanco nuclear de las medias que llevaba me emborrone un poco la imagen. Recuerdo a mi madre y a mi padre, a mi hermano y mis hermanas aplaudiendo mucho. Si mal no recuerdo, era el día de la madre y el poema tenía que ver con el festejo y empezaba con este verso:"Mama, mama y'a anghama".
Foto en nuestra casa en Al-Raqqa Yo creo que tenía 7 u 8 años. Mamá nunca me dejaba vestir de negro, y ahora, es mi color favorito. |
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