lunes, 26 de diciembre de 2016

Nuestro regalo de Navidad

A medida que se iba acercando el día, demasiados éramos los que nos preguntábamos si había algo que celebrar, y si existía algún regalo capaz de compensar nuestro inmenso dolor. Navidad, como Fin de año, cumpleaños y alguna fecha más, son días que nos hacen reafirmar el porqué amamos y necesitamos nuestro pasado. Un pasado en nuestras ciudades, con nuestra familia al completo, y con nuestro país sin ser destruido por el régimen y nuestras casas sin ser ocupadas por yihadistas. Ante ello, en nuestro presente no hay una luz, un árbol y ningún regalo que pueda amainar nuestra desesperación por haberlo perdido todo, todo menos nuestra memoria. Aún así,  no es nuestro propósito suspirar por un pasado mejor, si no coger impulso para seguir luchando, al menos, por los que todavía allí se encuentran.

Desde el exilio, ya no vivimos la navidad de la misma manera. Como exiliados, o refugiados nuestra Navidad sigue teniendo como telón de fondo a Siria. Un amigo mío sirio escribía en Facebook que había puesto el árbol de Navidad, y hasta luces, pero lo cierto es que no había nada como el café de la madre o cruzarse con su vecino en Siria. Otra amiga mía siria, decidía de forma inesperada ir a celebrar el día de Navidad con las dos primeras familias sirias que llegaron a Galicia. Les conocimos la semana pasada, y además de desprender simpatía, generosidad y bondad, nos hicieron sentir como si estuviéramos en nuestra casa. Mi amiga, llenó la maleta de regalos y comida "Estamos en día de fiesta, días de paz, de amor, de generosidad, quiero que sepan que los sirios también celebran, quiero que la gente sepa que los sirios tienen mucha paz, mucho amor dentro de ellos. Si la situación se salió de lo esperado, no es porque nosotros queramos" me decía entre lágrimas. Compungida y emocionada,  por mi parte puedo decir que mis mejores Navidades fueron curiosamente en Raqqa.

Sí, en Raqqa, esa ciudad que ahora se asocia al terrorismo, barbarie y por supuesto al odio a lo cristiano (también a lo musulmán). ¿Quién nos lo iba a decir? Recuerdo como los 24 de diciembre cenábamos en nuestra casa...el olor a coliflor en el patio de mi casa, era el anuncio de una noche feliz. Esa misma mañana, visitábamos el mercado para hacer las compras necesarias, el mismo mercado que una década después sería bombardeado sin piedad. Después íbamos a los ultramarinos más cercanos de la plaza central, donde ahora, paradójicamente se exponen los cuerpos ejecutados por Daesh. Por Navidad también se celebraba misa en Raqqa, como no. La celebración religiosa tenía lugar en la iglesia armenia ortodoxa, la misma que años después Daesh, nada más tomar la ciudad, profanaría, arrancaría la cruz de su campanario, e instalaría en el mismo recinto su oficina de Al  Dawa, destinada principalmente para las labores de propaganda y actividades "religiosas" Esa, fue la primera de sus muestras en querer aniquilar cualquier signo identitario que no correspondiera con su discurso extremista. Cerca de la iglesia se encontraba la Kanisa (Iglesia, en árabe), guardería a la que yo junto a otros muchachos musulmanes y cristianos asistíamos los dos años anteriores de ingresar en la escuela primaria. Allí también se celebraban festivales de Navidad, y años después, también fue tomada por Daesh para instalar allí a su policía.

Ayer, mientras la gente abría sus regalos,  nosotros no esperábamos nada mientras veíamos las fotos de la nieve en los campos de desplazados en  Siria, mientras esperábamos poder contactar con nuestras familias. Nosotros no esperábamos nada, porque el mundo ha ignorado a Siria desde hace mucho. Sin embargo, los sirios libres hicieron un gran regalo al mundo: la lucha por la continuación y la perseverancia en la defensa de nuestra revolución, que defiende valores universales que no solo nos conciernan a nosotros, si no a la humanidad entera. Y nosotros, aún así, ya no esperamos nada a cambio. Mientras yo no esperaba nada, una prima que vive en Gaziantep me hizo sin ella saberlo, el mejor regalo que me podían hacer: me envió una foto de mi padre, que a su vez le enviaron desde Siria. No veía una foto de él desde hace más de tres años. Está guapísimo, como un chaval que sonríe a la cámara para hacer saber que está bien, que mantiene el tipo, que sigue al pie del cañón. Solo puedo dar gracias, otros no tienen ya nada, ni tan siquiera, la memoria.





Árbol de Navidad en Douma, hecho con restos de bombas y artefactos explosivos, vertidos por la aviación rusa y del régimen Asad.

martes, 13 de diciembre de 2016

Cuando pensábamos que no nos quedaban más lágrimas




Foto que me hizo Nur Chami ayer en Coruña. 


Siento dolor por todas partes. Culpable, como el resto de los días. Esta hoja en blanco que comienza a rellenarse brota desde la más profunda tristeza de mi corazón. Culpable, como el resto de los días, y hoy un poco más, por no haber tenido las fuerzas suficientes de ponerme a escribir esto antes. Una noche en vela que se consumió respirando a distancia la muerte y el horror en Aleppo. Una mañana quemada con los ojos hinchados de tanto llorar, tan hinchados que no me permitían ver ninguna imagen o vídeo más que llegaba desde Aleppo. ¿Son mis ojos o es mi corazón, mi voz, la que ya no puede más?
Pensaba que escribiendo esto me sentiría mejor, pero esta es otra de estas entradas en las que no ofrezco más que desgarro, saturación, y ninguna labor que va más allá del fatídico estado de ánimo en el que me encuentro. Quizás, sea mucho más fácil, que relate lo acontecido en estas últimas horas.

Ayer 12 de diciembre se convocaron concentraciones en distintas ciudades de España y también de Europa. La finalidad era mostrar el rechazo y la indignación ante la masacre que está sufriendo el pueblo sirio y pedir un alto al fuego. Pero de nada vale mostrar indignación y no pedirle a nadie cuentas, y en este sentido, las concentraciones en algunos lugares de España dejaron bastante que desear. En Madrid, a Wasim Ghazi con esfuerzos se pudo hacer con el micro y señalar la autoría principal del genocidio sirio: Asad. Con desprecio y muy poca dignidad se le arrebató el micro y la gente no siguió sus gritos de: Asad Asesino. Otro sirio libre, resultó herido y tuvo que acudir al hospital y con un parte médico de una lesión en un brazo.

En Coruña tuvimos más suerte. Cuatro sirios, los que estábamos allí nos pusimos al frente de la masa concentrada que componían 500 personas, las cuales nos aplaudieron y escucharon hasta el final. En este sentido fuimos muy afortunados, pero no debemos olvidar que nosotros los sirios, en Galicia o en Madrid tenemos derecho a hablar, y que hacerlo no tiene que suponer ningún privilegio. Porque nadie, ya sea apolítico, o "anti imperialista" nos va a explicar lo que pasa en Siria ni a tratarnos como imbéciles. Llevan 40 años decidiendo por nosotros, hablando por nosotros. Ahora que no estamos en Siria, la sombra del autoritarismo opresión y el fanatismo nos persigue con otra apariencia pero mismo fondo, que lejos de defender la dignidad de las personas y responsabilizar a los criminales, se dedica o bien aclamar la victoria de quien masacra a una población inocente, cuyo único pecado ha sido pedir libertad, o bien a mostrar una hipócrita postura que no señala a nadie ¿A quién le pedís el alto al fuego? 

No estoy del todo de acuerdo con aquellas personas que condenaron desde un principio estas concentraciones, porque haciéndolo menospreciaron y (entiendo que sin quererlo) la voz de los que iríamos a poner los puntos sobre las íes, tenemos que hacernos sitio donde sea, ahora más que nunca, y por supuesto corregir todo lo ambiguo. Pero entiendo que lo hicieran, porque hemos aprendido que no nos podemos fiar de nadie, que ya parece que nada vale lo que digamos, que no nos escuchan hagamos lo que hagamos, escribamos, respiremos, gritemos. Nadie lo hace y parece que tenernos delante, en una concentración, en el muro del Facebook, en la calle, en cualquier parte es un auténtico suplicio. Pero lo que no saben estos individuos, es que su indiferencia ha dejado una puerta abierta, a que lo que acontece en Siria hoy, ayer, y a lo largo de estos cinco años, pueda suceder en cualquier otro momento en cualquier parte del mundo. Esta indiferencia cómplice, este silencio legitimador de la barbarie conduce a que como ya sabemos por experiencia de nuevo la historia se repita. Pero por aquel entonces, estoy segura, que a pesar de darnos la espalda, los sirios serán los primeros quienes se solidaricen y apuesto, que serán los primeros que escuchen y empaticen con los gritos de auxilio. 
Pero ahora el mundo ya no se merece nuestra revolución, y aún así, la vamos a mantener. Pero ahora nuestra revolución no se queda en lo poco que queda de Siria, y es contra el mundo inhumano. Estamos solos, pero unidos, vivos y muertos.

Ayer el micro de la concentración estuvo abierto para cualquiera que quisiera decir unas palabras. De forma improvisada cogí el micrófono y hablé con el corazón. Minutos antes, me llegaba la primera de muchas malas noticias de Aleppo y de Hama, donde decenas de personas fueron asesinadas por la aviación rusa que de nuevo bombardeó a la población y la masacró con armas químicas. Fue la primera vez en público que se me cayeron las lágrimas y no me avergüenzo de ello, más bien me sabe a poco porque llorar es lo único que nos queda. Porque pedir auxilio, ya sabemos que no tendrá ningún resultado. Ahora ¿Qué sucederá? 

Al llegar a casa me enteré que el 90% de Aleppo estaba ya tomada por el régimen y sus milicias mercenarias. Un centenar de personas ya habían sido ejecutadas en sus propias casas por estos asesinos. Familias enteras estaban ardiendo vivas. Las mujeres pensando en suicidarse o pidiendo a sus maridos para que las mataran, prefiriendo eso a que las violen los besitias leales al régimen. Durante los últimos días, la gente que se negó a abandonar sus casas, no lo hizo más que porque prefería morir bajo la bomba que bajo la tortura y violencia del régimen, si pasaban a sus zonas controladas. Los activistas informaban de 100.00 personas estaban sitadas en un área de cuatro kilómetros esperando ser o bien capturadas o asesinadas, también estos activistas comenzaron a subir vídeos con un último mensaje al mundo en forma de despedida, porque sabían a ciencia cierta que no les quedaba mucho tiempo de vida. Es tremendamente desgarrador.  Mientras, sinverguenzas no dudaban en celebrar "la victoria" de Al Asad y mofarse desde su sofá con propaganda barata. 

La caída de Aleppo simboliza la humillación y el abandono de la causa siria. Pero Aleppo demostró durante más de cinco años que era capaz de sobrevivir siendo independiente del régimen, aún bajo sus bombardeos. Aleppo, materializó su sueño de libertad a través de sus Consejos Locales y Fuerzas de Defensa Civil que modestamente creados y con mucha valentía resistieron y trabajaron dignamente como pudieron para proteger a la población. 

Adiós Aleppo. Ayer supe que jamás volveré a ti. Te recordaré con el brillo de tu plata, y el dorado de tu piedra. Adiós Aleppo,  el mundo apagó en ti la luz de mi sueño de pisar de nuevo Siria, pero no es solo mi sueño ni el de otros muchos lo que se apagó, sino lo más valioso que tenemos, la vida de nuestros mártires, que hoy lloramos hasta la saciedad. 


lunes, 28 de noviembre de 2016

Afirmativo, la revolución continúa.

Sí. Así empezó todo. Soy muy pesada, muy repetitiva, pero no, nunca me cansaré de alabar al pueblo sirio ni lamentarme de un mundo que mira hacia otro lado.
Sí. Así mismo. Con gente cantando en las calles, alzando rosas y pancartas. Solo pedían un poquito de libertad, que la corrupción cesara, que las condiciones económicas mejoraran, que se pudiera hablar en la calle, que se pudiera respirar, aunque fuera... un poco.
No. Todas esas personas no fueron pagadas por los yankis para salir a la calle para protestar. Pero desde luego es mucho más cómodo y sobre todo despectivo decir eso ¿Que el pueblo sirio sale por si mismo a la calle a pedir algo? "¡Por Dios, si son árabes, musulmanes! ¿Cómo van a tener necesidades políticas? No no, esto no pudo haber salido de ellos, no tienen esa capacidad. Esto es obra del imperialismo. Míralos, terroristas todos".
Y con este razonamiento (junto con una falta de solidaridad, y voluntad) aquí seguimos cinco años y medio después. 500.00 0 muertos, 11 millones de personas han tenido que abandonar sus casas. Los que permanecen son gaseados, masacrados y torturados por el régimen con ayuda de Putin. Seguimos sin saber qué ha pasado con miles de presos políticos de los cuales no hay rastro alguno. También, los que permanecen viven en un estado de hambruna, falta de ayuda sanitaria, y amenazados continuamente por DAESH y por supuesto por la Coalición Internacional liderada por EEUU. Porque señores, en este GENOCIDIO nadie tiene limpias las manos de sangre. ¿Preocupados por Trump? Quien sigue al mando es Obama, y sinceramente, nada puede ir a peor. Materialmente es imposible.
En estos últimos días 500 personas han muerto en Aleppo, 1600 han resultado heridas, no hay hospitales funcionando, los bombardeos han terminado con todos. Esta noche se ha cometido una nueva masacre y recientemente los barrios de Hanano y Shakour han caído en manos del régimen. La población es gaseada con cloro,y la otra se ve obligada a desplazarse a otros distritos que permanecen bajo asedio. No. No me olvido ni de Douma, ni por supuesto Raqqa, mi corazón está con ambas y con cada rincón de Siria. Y no, nada ha salido de las otras tantas masacres que allí se han cometido Nada. Familias enteras son exterminadas, o obligadas a abandonar sus casas para trasladarse al medio de la nada.
Pero sí, aquí seguimos. Alabando a dictadores, y simplificando, simplificando mucho. Anclados en una lógica excluyente, despectiva, amoral, y atroz. Y así seguiremos mientras todo lo que no sea Asad, sea Daesh.
Para todo aquel que diga que eso no ha valido de nada, mentira. Esto ha servido para poner en relieve hacia donde se dirige el mundo. Siria no ha sido el punto de inflexión sino el escaparate de la falta de solidaridad, y de un mundo descarnado sin piedad alguna.
Os juro que no hay palabra para describir este dolor y esta impotencia.
(Imagen de una protesta en Banias en 2011)




jueves, 24 de noviembre de 2016

Unha mensaxe do pobo de Alepo ao mundo

Texto orixinal via: Abd Alfattah Sheikhomar
Traducción ao galego: Elena Cal


"Hoxe é o 91º día do cerco da cidade de Alepo. Segundo as estatísticas do concello da cidade de Alepo, 271.536 persoas están presas no interior do leste de Alepo e só nos últimos 23 días se teñen documentado máis de 2.300 ataques incluíndo os ataques aéreos, barrís explosivos, artillería, bombas de fragmentación, municións antibunker e bombas cargadas con gas de cloro. Alcanzaron a 8 hospitais e centros médicos, 4 hospitais ao longo da última semana, 6 escolas, 2 panaderías e a sede principal da defensa civil.
Tanto as forzas aéreas do réxime sirio como as rusas están dirixindo deliberadamente os ataques á infraestrutura civil, a fin de romper a vontade do pobo, que actualmente carece case por completo de coidados médicos, a xente ten medo de ir aos hospitais por culpa dos ataques aéreos intencionais rusos e do réxime sirio. Pasaron case 6 anos e preguntámonos que estivo a facer o mundo... máis de 500 000 persoas morreron, cantos hospitais ou escolas se necesitan para ver accións reais contra os crimes de guerra en Siria? Non pode ser máis arrepiante ca isto, estamos en 2016 e 271.536 persoas estamos presas nunha cidade sitiada enfrentando a morte por bombardeo e, posiblemente moi pronto, a fame; a disfuncionalidade do mundo é responsable de 500.000 mortes e das 271.536 persoas presas na cidade, preguntámonos para que temos ás Nacións Unidas, para que temos o dereito humanitario?
Isto está sendo un desastre a cámara lenta e esta mensaxe ao mundo é das persoas que permanecemos en Alepo, non miredes para os anos pasados e desexedes poder ter feito algo, aínda estades a tempo, pedímosvos que bloqueedes a forza aérea de Assad, que nos está matando, ou polo menos influir diplomaticamente para forzar ao réxime sirio e a Rusia a que deteñan o bombardeo da cidade de Alepo. Pedimos que se abra un corredor humanitario desmilitarizado para o pobo de Alepo a zonas xestionadas pola revolución, con só observadores da ONU sen a presenza doutros grupos ou países, un corredor que permita a libre circulación de alimentos, combustible, medicamentos e todas as mercadorías para a infraestrutura civil básica de Alepo oriental, "estacións de auga, electricidade, hospitais, escolas e defensa civil", facilitando tanto a axuda de emerxencia como os movementos comerciais. Os grupos armados revolucionarios concordaron permitir o paso de axuda humanitaria para Alepo oriental, rexeitado tanto polo réxime sirio como por Rusia. Se a comunidade internacional non pode abrir este corredor nin convencer ao réxime sirio que pase a axuda de emerxencia para Alepo oriental, instamos ao mundo e especialmente a Occidente para que lance a axuda humanitaria dende o ar, xa que hai avións de combate da coalición liderada por EEUU en Siria que non están lonxe da cidade de Alepo.
Somos o pobo de Alepo oriental e insistimos en que non temos problemas con que a axuda de emerxencia se lance dende os avións. A comunidade internacional ten a responsabilidade de calquera futura consecuencia do asedio de Alepo. Estamos esperando que as nosas voces sexan ouvidas e que Alepo se salve”.


Resultado de imagen de aleppo

viernes, 18 de noviembre de 2016

Los desplazados internos sirios, los grandes olvidados

( Imagen: http://www.maysville-online.com/)

Con el anuncio por parte de SDF de la Euphrates Wrath Operation  para liberar Raqqa, mucho se ha hablado estos últimos días sobre el destino de la ciudad y la provincia (cayendo de nuevo en la ambigüedad del objetivo real de la ofensiva)  pero nada sobre el presente y futuro incierto de sus gentes. Tampoco se ha hablado de las 25 personas que han sido asesinadas en Heishe por la Coalición Internacional y las SDF. Menos todavía, de los desplazamientos forzosos de la población local. En especial, desde el norte de Raqqa, donde decenas de familias han sido obligadas a abandonar sus hogares dirección Eyn Arab, después de haber sido "liberadas" por SDF y unidades del YPG.  Por supuesto, tampoco nadie se ha preguntado -porque su insignificancia para un mundo amoral, no lo permite- por las 10 familias de Laqatta cuyas casas fueron confiscadas por este mismo grupo, al ser acusados por una supuesta colaboración con Daesh. 

Lejos de saborear la libertad, la tranquilidad y la dignidad,  todas estas familias se encuentran abandonadas en el medio de la nada, lejos de sus hogares, y sin ningún tipo de asistencia sanitaria o cuidado de ninguna organización que vele por la protección de sus Derechos Humanos. Estas personas permanecen a la intemperie sin saber su destino.  Y es que el repetido error al que se someten los análisis simplistas se basa en invisibilizar al afectado, y alcanzar una solución ateniendo a un corto plazo de tiempo, sin pensar en las consecuencias.   Lo cierto es que, las SDF lejos de corresponder a su presentación oficial como "Coalición Multicultural" liberadora de la violación de derechos y de la atrocidad de Daesh, sus acciones no parecen respetar dichos principios dignos que la prensa occidental se empeña en adjudicarle. Las actuaciones del SDF, apoyadas por EEUU no solo son contrarias a su propia etiqueta de marketing "pluralista", sino también al Derecho Internacional. De otra manera, se ha puesto en en evidencia de nuevo, que lo que menos les interesa a sus padrinos yankis, son los Derechos Humanos que pregonan en su discurso (Desde ahora con Trump, ni tan siquiera eso). Además de contribuir al desequilibrio demográfico en la zona, realizar una limpieza étnica, las SDF no dudan en reclutar a menores de edad para que combatan en su frente, llegando incluso a amenazar a las familias que se negaban a que sus hijos se unieran a los combates. El mejor ejemplo de esto último ha tenido lugar en Minbij, donde las escuelas se han convertido en centros y cuarteles, (lo mismo que habían hecho anteriormente Daesh) y donde todo varón entre 18 y 42 años es reclutado a la fuerza para ser enviado al frente (Misma regla establecida por el régimen de Asad). 

Todo esto, nos lleva a muchos a pensar en la injusta disyuntiva que recae sobre los sirios, donde ni 
siquiera tiene lugar un mal menor que elegir, sino una consecutiva dinámica forzosa aterradora: Si estás dentro de un territorio controlado por Daesh, tu vida corre peligro diariamente. Puedes ser acusado de robo, de espionaje, de infiel, pueden matarte en cualquier momento. Si tu ciudad es liberada por las SDF, si no eres utilizado como escudo humano, con suerte tu destino será el de vagar en tierra de nadie después de ser expulsado de tu casa. Si el Ejército Sirio entra a tu ciudad, seguramente tu salvación es mínima ¿Queda alguien a estas alturas que no esté perseguido por el régimen y cuyo nombre no aparezca en sus listas negras? El futuro de los sirios no es oscuro, ni incierto, sino que está sentenciado al desastre sea cual sea la opción forzada a escoger. Nuestros padres, madres, hermanas, hermanos, tíos y tías, primos y primas incluso abuelos inundaron las calles en Siria en 2011 para pedir libertad, y nosotros nos unimos a ellos con la esperanza de un cambio. Hoy la libertad se encuentra demasiado lejos de nosotros, y lo más alto a lo que aspiran los nuestros es sobrevivir en sucesión macabra de alternativas  que no dan lugar al aliento ni a la dignidad humana.

Mientras un gran sector analista y experto en conflictos bélicos se dedica a hacer lecturas -en muchos casos erróneas- sobre los múltiples bandos enfrentados, para llegar a la conclusión de que toda solución posible pasa por Asad, muchos nos preguntamos qué sucede con las vidas humanas atrapadas en Siria y fuera de sus fronteras. Poniendo énfasis -totalmente justificado- en la grave situación de los refugiados sirios, al mismo tiempo se ignora la existencia de desplazados internos que persisten en condiciones igualmente graves, pero cuya visibilidad es nula. ACNUR estima que 6'6 millones de sirios han tenido que abandonar sus hogares, y se encuentran actualmente desplazados dentro del territorio de su país. Estas personas se encuentran en "campos de refugiados" a los que ni tan siquiera accede ayuda humanitaria y asistencia técnica a causa de las prohibiciones por parte del régimen. En muchas ocasiones, los campos que se encuentran colindantes con la frontera turca, son controlados desde el otro lado de la frontera, y son bombardeados frecuentemente por la aviación rusa y siria, como sucedió en mayo de este mismo año donde 30 personas resultaron muertas en un campamento en Idlib, y también en  agosto, en un campamento  de refugiados al oeste de Alepo. Estas personas, se encuentran atrapadas, sin poder dar un paso atrás ni otro delante, dado que la frontera turca permanece cerrada, y no se duda en devolver a quien la atraviesa a territorio sirio, como muestra de una de las tantas violaciones de Derechos Humanos que comete la policía turca, que no duda en disparar a quien intenta escapar de su vigilancia. Daesh tampoco ha dudado en causar explosiones en estos campos, como por ejemplo el de Yarmuk al sur de Damasco. En octubre, cientos de civiles originarios de Deir Azzor, y que residían actualmente en un campo de desplazados en Shadadi (Hasaka), fueron detenidos por las SDF, mientras que los que no fueron detenidos fueron repartidos en otros campos de desplazados en pésimas condiciones.

Nosotros, los que estamos al otro lado, a los que nos importa la geoestrategia y el cálculo, pero nos importa más la vida de los nuestros, nos preguntamos qué ocurrirá con las decenas de familias expulsadas de sus hogares recientemente por las SDF y que actualmente, residen en medio de la nada. Nos preguntamos qué ocurrirá con esos millones de personas desplazadas, que no tienen ningún tipo de atención ni personal al que acudir, sabiendo que ni tan siquiera en un campo están exentos de ser bombardeados. Nos preguntamos por nuestras familias y amigos, qué les sucederá. Nos preguntamos por qué nos han dejado solos, y nos preguntamos qué es peor, que nos desprecien, nos utilicen, o nos olviden.

martes, 8 de noviembre de 2016

Homeland: Iraq year zero @ Numax


Cartel de la película

Una cita especial tuvo lugar en Numax el lunes 31 de octubre: el estreno de Homeland: Iraq Zero.  La ocasión se tornaba todavía más valiosa, contando con la presencia de su director, el iraquí Abbas Fahdel, quien habitando en Francia, decidió retornar a su país de origen en 2003 para filmar a su familia y amigos antes de la invasión americana. Fahdel se quedará 17 meses más entre Bagdad y Hit para filmar también las consecuencias de la guerra en la sociedad iraquí. Así pues, la existencia de la cinta a se basa principalmente en dos razones: En primer lugar, en la humana necesidad que sintió  Abbas Fahdel de perpetuar la memoria, de retener en el tiempo lo cotidiano, lo normal, lo inapreciable en el  aquel presente, pero que se convertiría en lo valioso una vez que la destrucción aceche. En segundo lugar, en la casi-obligación de documentar un marco de post-guerra, y las desastrosas consecuencias que ésta genera, en este caso concreto en la sociedad iraquí. 

Cuando conocí la existencia del documental y que además, tendría la posibilidad de verlo en Numax sentí una expectación especial, la misma que sentí cuando la sala proyectó Silvered Watar: Syria Self-Portait (Ossama Mohammed, 2014). Ahora, una vez visto, no solo siento interés, empatía, fascinación, admiración, o dolor, si o que algo en mí se vio reflejado en el director y su familia. Desgraciadamente, tengo ventaja en comprender cada minuto de los 350 que componen el documental.  También yo he sentido en mi garganta el nudo silenciador  que se forma  cuando hablas en público sobre lo tuyo: describir, documentar, informar la devastación de tu país. El nudo de la garganta se retuerce cuando te preguntan no por lo tuyo, si no por los tuyos, ahí no hay silencio que pueda salvarte del dolor, ni tampoco de la impotencia. Ha sido realmente enternecedor ver en alguna entrevista como la que le realizaron en Film Society of Lincoln Center, en la que el director se emociona sucesivas veces al hablar del documental, sobre todo, cuando las preguntas están relacionadas con su familia. 

El documental está compuesto por dos partes. Según el director, decidió esta estructura en el momento del montaje. La primera parte, está centrada en las semanas previas a la invasión norteamericana, mientras que la segunda, está dirigida a captar las consecuencias psicológicas y físicas de la invasión. Desde un prisma general, ambas partes la de preguerra y post-guerra muestran aspectos interesantes a analizar. En la primera, y obviando el marco temporal de la grabación, ya por si resulta atractivo el retrato de la vida cotidiana de una sociedad árabe, dado que ello contribuye a combatir el desconocimiento existente de las normas sociales y culturales vigentes, así como el día a día bajo una dictadura en un país árabe. Si le añadimos el importante factor de que la vida cotidiana se desenvuelve en un ambiente de preguerra, la lógica interesante  no desaparece, es más, adquiere un valor añadido que toma forma en la motivación principal: guardar materialmente, algo tan efímero y frágil como es el día a día, y eso, solo es capaz de valorarlo quien lo ha perdido.

Por ello, cuando abrí el blog hace un año y medio, mi primer objetivo era el de reconstruir el día a día en Siria bajo la dictadura antes de la guerra. Lo hice por dos motivos esenciales: estaba cansada de que nadie supiera cómo era mi país,  que nadie tuviera idea sobre qué leíamos, a qué jugábamos, cómo nos lavaban el cerebro en el colegio, cómo el pueblo sirio vivía con miedo a hablar claro o a contradecir al régimen, o de qué manera se reflejaba la diferencia social y económica existente entre los ciudadanos. Pero lo más importante, lo hice por mí y para ayudarme a a re-construir mi pasado. No se trataba de un capricho romántico de evocar imágenes del pasado, y tampoco un anhelo existencialista. Quería, más bien, necesitaba mantener vivo el recuerdo, porque ya muchos edificios en los que había estado y muchas personas que había conocido, se habían convertido en polvo, y sabía, que en el mejor de los casos,  jamás volvería a ver a mi país ni a mi ciudad, al menos del mismo modo.

Esa humana y brutal necesidad, es lo que a muchos nos ha unido. Pero el esfuerzo de Abbas Fahdel fue mucho más allá cuando decidió  grabar a los suyos durante aquellos trágicos meses. Posiblemente ese  valiente esfuerzo supuso un arma de doble filo: no necesitaría un ejercicio de memoria ni reescribir sus días, puesto que todo quedaba grabado en su cinta, pero ¿Y lo duro que sería vivirlo de nuevo? A lo que me lleva a plantearme ¿Es la memoria una puerta para el dolor que es mejor no abrir? No es fácil responder a esta pregunta, pero sí tengo claro que en el caso concreto del director y semejantes no hay margen de duda que la retener la memoria y documentar es una obligación, puesto que hacerlo nos convierte en una correa de transmisión entre dos mundos: el de la devastación y el que quiere mirar a otro lado. Lejos de limitarse a un retrato costumbrista bajo circunstancias delicadas como es la invasión y sus consecuencias, Homeland, Iraq year zero llega  incluso a establecer puntos de contacto con el periodismo ciudadano que afloró de manera destacada en los diez últimos años en los países de Oriente Próximo y Norte de África, ante la falta de cobertura mediática objetiva que documentara la convulsión que sufrían estos países. Nada más auténtico que una cámara sobre el terreno recogiendo testimonios e historias sembradas de desesperación y miedo.

Pero lo que hace especial al documental de Abbas Fahdel es la nobleza con la que ha querido sellar su trabajo. En el documental no hay ninguna voz en off, ni tan siquiera aparece su rostro, su persona no altera el ritmo ni el discurso de quien interviene, ni cuando en contadas ocasiones plantea alguna pregunta para que su interlocutor. No es él quien da voz a los iraquíes, sino que  permite que los propios iraquíes sean los verdaderos protagonistas y las voces de su tragedia. En otras palabras, Fahdel no es la voz, es el altavoz. Esto puede resultar un detalle sin importancia dentro de una tendencia cada vez  más común que legitima a cualquiera a estar capacitado a hablar sobre el dolor de otros, llegando incluso a cuestionar sus decisiones y voluntad, incluso aún desconociendo al completo el país del que son originarios. Esto mismo, se ha visto reflejado "recientemente" en lo que se conoce como "crisis de los refugiados" y los sirios. Aquí, por los menos los iraquíes son dueños de su voz, quizás por primera vez en su vida.

Haidar, el alma del documental

Pero vayamos a analizar fragmentos y personajes claves de este díptico. Sin duda que en el documental, la voz protagonista es la de Haidar, el sobrino de 11 años del director. No creo que ni que el mismo esperara que el pequeño, asumiera ese peso. Haidar es vivaz, posee la inocencia de un niño, pero también la valentía de un hombre. Durante casi toda la grabación acompaña a su tío, encarnando incluso la voz de la experiencia, sofocada por la dictadura y las expectativas de la próxima guerra. La persona de Haidar toma incluso una relevancia mayor en el transcurso de la cinta, cuando decide defender a capa y espada al pueblo iraquí y no duda en atacar a cualquiera que intenta recortar la libertad o atacar la integridad de sus compatriotas: Haidar representa el despertar de una sociedad sedada por el adoctrinamiento precoz y por el miedo a acariciar la libertad, dado que hacerlo solo significa una cosa: la prisión y la tortura. Incluso cuando después de la caída de Saddam todavía existen individuos bajo el efecto de la peor arma ideológica, Haidar no duda en reprocharle que es mentira, "que Saddam puso a un familiar suyo en la cárcel cuando tenía 13 años y volvía del colegio sin hacer nada" ¿Cuántos habremos citado ejemplos similares ante los defensores de nuestros respectivos dictadores? Muchos. Por ello, Haidar no solo representa el despertar, sino la hipotética fuerte y concienciada sociedad iraquí, si es que un futuro se le permitiera.

De todos modos, además de la profunda visión política y humana del relato, la inocencia y el humor en pequeña medida ácido, tiñen en algunos momentos a situaciones de surrealismo para aquel que no está familiarizado con algunas escenas cotidianas, o más bien actitudes propias de la sociedad iraquí, que a mí al menos, me recordó mucho a la siria en ciertos aspectos. No solo compartimos la adicción por el té, el jartum de agua, los cánticos que te invitaban forzosamente a venerar a tu líder y que eran repetidos una y otra vez en los canales controlados por el Hizb Al Baaz (Hasta compartíamos lema: mientras los sirios nos obligaban gritar todos los días Bal Roh Bel Dam Nafdik ya Hafez/ Bashar*, los iraquíes gritaban lo mismo, pero cambiando el nombre de los dictadores sirios por el de su país, Saddam). No solamente compartíamos eso y las bodas barrocas, las visitas por el Eid, el exagerado patriotismo, sino que llegamos a compartir la asunción de nuestro terrible destino y hacer de ello nuestro día a día. Es ahí cuando se produce la fragmentación entre lo exótico que nos podría resultar este viaje a otra cultura, y lo devastador que es ver como un pueblo asume con naturalidad y dignidad la invasión y el acecho del horror a su país. Mientras Haidar trabaja en el pozo que proveerá agua en los días de guerra, los jóvenes en el campo a la orilla del río Éufrates bromean sobre lo poco que les valdrán sus estudios en tiempo de guerra, las jóvenes husmean las medicinas que la madre ha comprado como provisión para los meses que se avecinan "Nos hemos vuelto expertos de la otra guerra". Es ahí cuando otra evidencia más, recalca la experiencia de la sociedad iraquí en sobrevivir a la guerra, porque detrás del hilo conductor o el eje central de la temática (la invasión norteamericana) permanecen latentes las consecuencias de la anterior guerra, a lo que lleva a admirar la lucha continua de los iraquíes por la supervivencia.

Así pues, no solo se enfrentan -en el mejor de los casos-  a un oscuro futuro incierto, es que los iraquíes ya lidian con la pobreza y la miseria causada por el embargo y el asedio, por supuesto también con su  experiencia en la guerra. El día a día de los compatriotas del director se introduce progresivamente al caos. Un caos que proviene de un factor externo, principalmente la invasión, pero que posteriormente genera el caos interno; víctimas, destrucción, ausencia de ley y orden, impunidad, delincuencia, y venganza y odio, lo que contribuye a la violencia y a la radicalización, la sectarización. En definitiva, de todo lo que se valdrá y ayudará a consolidar a lo que vendría después: Daesh.

Estoy segura que nadie volverá a pensar en Iraq de la misma forma, después de interiorizar las casi seis horas de documental. Abbas Fahdel ha conseguido homenajear a su país, y a su familia de la forma más honesta, humilde y emocionante posible. Un documental demoledor, que refleja el dolor y la pérdida de millones de personas en Iraq y en sus vecinos. Una zona que parece estar sentenciada a no conocer la paz ni la estabilidad. Gracias Fahdel por compartir con nosotros tu dolor y tu privacidad, sabiendo lo que significa ese impactante y demoledor final. Gracias  Númax por contribuir a la sensibilización  de la ciudadanía y a la concienciación crítica y política sobre lo que acontece en Oriente Próximo.


Ramiro Ledo presentando al director Abbas Fahdel antes de la proyección del documental. Imagen extraída del Facebook de Numax.

* lema del partido Baaz que significa "con el alma, con la sangre nos sacrificaremos por ti"

miércoles, 26 de octubre de 2016

Refugiados en Galicia: Del Tabqa a A Coruña. La historia de Ahmad, el creador de sonrisas



Ahmad en el campamento de refugiados


Son las once menos cinco de la mañana y para variar, llueve en Compostela. Llego cinco minutos antes de lo acordado, por lo que tengo que cobijarme bajo los soportales más cercanos. No estoy muy nerviosa a pesar de que Ahmad será la primera persona de Raqqa con la que me encuentre personalmente después de tantos años, imagino que ese vínculo tan cálido para mí es el que no me hace estar ni si quiera algo inquieta como de costumbre antes de un encuentro.

Son las once de la mañana y Ahmad llega con una sonrisa acompañado de Leticia, quien se ha convertido en su ángel de la guarda. Lo primero que hace Ahmad después de saludarle es reírse y mirar a Leti para decirle "¡Tiene acento de Raqqa, de Raqqa, shawi!". Conjuntamente decidimos tomar un café antes de que Ahmad conozca la ciudad. Me pregunta sobre mí, y le hago un resumen breve: le hablo de cuando salí de Siria, lo que estudié, en lo que me especialicé...Le hablo del blog y también sobre mi  reciente tesina y es cuando Ahmad se pone serio y abre los ojos "¿Pero eso es peligroso, lo sabes no? Sabes que escribir sobre Raqqa siendo de Raqqa ahora mismo es muy peligroso, no quiero asustarte pero es así" Asiento con la cabeza para transmitirle que estoy al tanto del peligro. Ahora es mi turno y le pregunto sobre él. Me cuenta que él es originario de Tabqa, que tiene 31 años, que es carpintero aunque siempre soñó con ser psicólogo. Me cuenta también que salió de Siria en noviembre del 2015. Él junto a otro amigo, lograron salir por un precio inferior a la tarifa establecida por los contrabandistas para sacar a la gente de Siria. Bueno, en realidad te acercan a la frontera turca, pero eso no te asegura nada. Ahmad me relata con todavía gran impacto la dura travesía, que para mí es ya conocida: Es el mismo angustioso y duro camino que familiares y amigos han realizado. "Tuvimos que trepar alto, y luego tenías que agacharte, te llenabas de barro. Había mujeres, ancianos, niños llorando (...) Yo mismo fui testigo como la policía turca disparaba a alguien".

Una vez en Tuquía Ahmad se asentó en Gaziantep, como gran parte de la población que huye de Raqqa. Allí trabajó de carpintero, para luego trasladarse a Estambul, donde más tarde se reuniría con su hermano y familia. Por lo que cuenta Ahmad parece que su estancia en Estambul no fue nada fácil, es allí donde tuvo que realizar mucho esfuerzo y pedir dinero para poder viajar a Europa. Pero Europa no lo recibió bien, no al menos como él y sus compatriotas merecían y necesitaban. En el campamento de refugiados en Grecia convivió junto a otros sirios esperando a ser trasladado a otro país. Fue allí donde conoció a Leticia que trabajaba como voluntaria. Juntos forjaron una sólida amistad que les permite combatir las adversidades a las que Ahmad se enfrenta. "La situación en los campos era nefasta. La gente suele  padecer depresión por dos motivos esenciales:  Por una parte, no saben lo que será de ellos, nadie les dice nada. Y por otra parte, no tienen nada qué hacer en todo el día. Solo pensar y esperar. Aunque esto por suerte está cambiando al final, se están creando una especie de pequeñas comunidades" confiesa Leticia, que además señala la paranoia  y manifestaciones de violencia en los niños que "No solo dibujan cosas tristes (botes, etc.) o violentas, sino que fabrican jugueres en forma de modelo de armas muy preciso con la basura o la madera que encuentran en los campos". Además, Ahmad y Leticia me hablan de un capítulo espeluznante que tuvo lugar en el campamento, cuando sospechosamente unos aviones volaron bajo sobre el campamento. Fue entonces cuando el horror, el miedo y la paranoia se apoderó de los habitantes. El ruido producido por los aviones, les recordaba a la causa que les había empujado a salir de sus casas: La guerra, el peligro de muerte, las bombas de las que fueron testigos. Es en medio de este relato cuando Ahmad hace un apunte interesante "Es fuera cuando empiezas a darte cuenta de todo. Dentro ya asimilas que esa es la realidad, convives con ello anulado, fuera es cuando empiezas a darte cuenta de todo". Y añade después de mi intervención "Menos para los de Damasco. En Raqqa decíamos que en Damasco Al dunia Bi Kher (La vida va bien). Allí la gente sale a los restaurantes, va a la universidad, y tienen algo que se asimila más a una vida normal, pero en Raqqa y otras zonas, no".  Ahmad sufre estrés post-traumático, y ha desarrollado una sensibilidad extrema a visualizar cualquier escena de violencia "El otro día estábamos viendo una película, y las escenas de violencia eran insoportables"  Recuerda como fue testigo de escenas macabras, de ver cadáveres en la luz del día. Explica como los niños no eran conscientes de nada, y que incluso eran capaces de jugar con ellos, sin saber lo que tenían entre las manos. 

Cuando hablamos sobre Daesh, Ahmad se pone todavía más serio. "No dejan vivir a la gente en paz. Siempre están en la calle vigilando a las personas y señalando lo que tienen que hacer, como se tienen que vestir. Un coche con un altavoz le grita a la gente que tiene que ir a rezar cuando es la hora de la oración". Mi especial interés por el tema, me empuja a preguntarle a Ahmad por la Batalla del Tabqa, que tuvo lugar en agosto de 2014 entre Daesh y el Ejército Sirio. Recuerda esos días con claridad y detalle "El ejército sirio estaba dentro del aeropuerto. Daesh rodeó el aeropuerto con sus miembros afganos para detectaran y acabaran con todo aquel que hablaba árabe". Añade que "Muchos miembros importantes del ejército salieron en avión desde el aeropuerto". No puedo evitar tampoco  preguntarle sobre la percepción de la gente sobre los bandos enfrentados en el conflicto "Con decirte que nosotros, después de que Daesh tomara la zona, vivíamos al lado de la hidráulica no teníamos electricidad, y las zonas próximas controladas por el régimen, sospechosamente sí la tenían. ¿Quién crees que se lo suministraba?". Ahmad no es el primer sirio que plantea esta paradoja, o esta situación confusa, que otros originarios de Raqqa han manifestado "Hay muchos negocios" sentencia.



Ahmad colaborando en el campamento de refugiados 

Hace un mes que Ahmad llegó a Coruña. Después de vivir mucho más de lo expuesto, que no deja de ser una leve pincelada a su dura realidad, ha intentado re-construir la vida que la guerra ha destrozado. Vive con una familia coruñesa, en siete meses ha aprendido a hablar inglés de una forma excelente y está acudiendo a clases de castellano, y también al psicólogo. Además de ello, Ahmad está realizando actividades de voluntariado, y contribuyendo a la sensibilización de la sociedad gallega respecto al conflicto sirio. Se siente integrando, y feliz en la ciudad, pero se enfrentó a un dilema injusto impuesto por el rígido y nefasto sistema de asilo nacional. Solicitó ser beneficiario como le corresponde por sus circunstancias en el Programa de Refugiados del Ministerio de Interior,  pero éste le obliga a acatar sus reglas, esto es: Es el Ministerio de Interior quién decidirá en qué ciudad española vivirá Ahmad, si quiere que sus necesidades sean cubiertas y que la ayuda necesaria se le suministre. Ni ACCEM encargada de implementar el programa, ni el gobierno local puede hacer nada al respecto "Después de salir de Siria, estoy intentando reconstruir mi vida, pero no me dejan" Ahmad dice sentirse "como una oveja". Ha sido despojado de cualquier libertad de elección desde Siria hasta Galicia, y ahora se enfrenta a un duro dilema: Empezar de cero de nuevo, y tener algo a lo que agarrarse pero con el precio de dejar a su nueva familia en Coruña, o quedarse sin amparo económico y social, pero recuperando su autonomía y mostrando resistencia ante un sistema totalmente deshumanizado e inflexible, dado que no tiene en cuenta el estado de vulnerabilidad en el que se encuentra el joven, y el esfuerzo que está desempeñando en normalizar su vida.

La semana pasada el Programa tomó la decisión por Ahmad, y decidió que su destino sería Barcelona. Ahmad tenía pocas horas para dar una respuesta, y tras pedir un tiempo extra a ACCEM (Que finalmente le concedió tres días y medio para pensar la respuesta), y varios conflictos internos, el valiente chico ha decidido quedarse en Coruña, tomando las riendas de su propia vida, eso sí, no recibirá ayuda alguna por parte del Programa. Es consciente de las adversidades, de la falta de cobertura que tendrá, pero Ahmad ha ganado una batalla ante lo injusto, y también una familia y unos amigos en los que apoyarse. Es importante tener en cuenta que este sistema no incluye ninguna clave humanitaria, algo ciertamente impensable tratándose de un programa de asilo y protección, donde la existencia del mismo se justifica por la necesidad de dar amparo a aquéllos que huyen de la guerra. Hemos sido testigos de decenas de titulares y eslóganes que anunciaban la "bienvenida a refugiados", y "la acogida" pero aunque exista la buena voluntad de las personas, organizaciones y asociaciones, los individuos y colectivos  no tienen ninguna autoridad para hacer sus deseos realidad, dado que es el Ministerio quien tiene la última palabra. Por ello, debemos exigir la humanización del sistema de asilo, que lejos de facilitar la vida de los recién llegados de la guerra, crea una serie de trabas y un estado de incertidumbre y confusión a estas personas en tan frágil estado.

Me despido de Ahmad y me da su número de teléfono. Me enseña su móvil con su número y me señala el nombre con el que se tiene registrado a si mismo: "Ahmad Smile Maker". Me mira y me dice sonriendo "Todos dicen que lo soy". Además de crear sonrisas, Ahmad tiene el poder que dota la valentía, de desafiar la injusticia y de querer ser dueño de su propio destino,  algo que desde hace mucho tiempo desconoce.Así es como Ahmad piensa con el corazón.


Ahmad en la que él ha decidido que será su nueva casa: A Coruña

miércoles, 19 de octubre de 2016

Refugiados en Alemania: Miembros de seguridad agreden a una mujer en un campamento de refugiados en Berlín


Esto que acaban de ver ha tenido lugar en un campo de refugiados en Berlín. Una mujer es golpeada por los miembros de seguridad, mientras varias personas se amontona en la puerta para presenciar la terrible escena. Entre ellas, se encuentra alguien que ha decidido empezar a grabar la agresión mientras discute con otra persona que parece no querer que exista ninguna prueba material de lo sucedido "No te incumbe este asunto" se escucha entre el forcejeo de los dos hombres mientras se escuchan los gritos de la mujer que está siendo golpeada al fondo. A grito de impotencia y dolor, la persona que graba grita "¡Esto es Alemania!".

El vídeo comenzó a circular por Facebook hace poco menos de una semana, cunado Abdel Aziz Alhamza, portavoz del colectivo  Raqqa is Being Slaughtered Silently, hacía un llamamiento a medios de comunicación y a organizaciones internacionales para denunciar lo acontecido en el vídeo. Al mismo tiempo, la periodista Doha Hassan escribía en el muro de su Facebook el siguiente texto: "Hemos sido informados de que 120 refugiados sirios están en huelga en uno de los campos de Berlín. La administración ha cortado el suministro de comida, agua, aseos y electricidad.  Hace una semana, la propia administración también cambiaba las cerraduras. Se pretendía que los refugiados estuvieran fuera de los campos, a pesar de que poseen su estatus legal y que tienen permiso para estar en los campos en determinados momentos. Asimismo, las fuerzas de seguridad y trabajadores han agredido a cuatro chicas, porque se resistían a abandonar el campo. Estuvimos allí desde las 11:30 PM hasta la 1:30 AM, pero no encontramos al gerente. No estará allí hasta el lunes, y las fuerzas de seguridad no pueden decidir sobre este asunto".

Pero la limitación de los derechos legítimos de los refugiados no es algo nuevo. Ya en el mes de agosto, el gobierno de Alemania se encontraba en proceso de ultimar una serie de medidas para "combatir la amenaza terrorista" a causa de los dos ataques que tuvieron lugar en el país, y que posteriormente fueron revindicados por Daesh. Entre las medidas diseñadas, se contempla  la expulsión de solicitantes de asilo, con la ya recurrida justificación de alejar cualquier amenaza a "la seguridad pública". Lo interesante sería definir de una forma exacta de una vez por todas dicho concepto y sobre todo, de qué forma dentro de sus límites es legítima su violación a los derechos humanos como es la expulsión de quien demanda asilo y protección. Por supuesto que el debate sobre dicho concepto es apasionante, incluso necesario en un plano filosófico-político, pero moldear su naturaleza con el fin de coartar tanto los derechos fundamentales como las libertades individuales y colectivas es inconcebible. Sobre todo, si su moldeo e instrumentalización están sustentados por una xenofobia que se retroalimenta y se legitima. Y esto, no es más que un ejemplo de las múltiples medidas que manifiestan abiertamente la restricción de presencia de personas musulmanas. En definitiva, lo propio sería preguntarle a las fuerzas de seguridad si los golpes que esta mujer recibe, tienen como finalidad preservar la seguridad pública. En mi opinión, son ellos los que suponen un peligro para la sociedad, y no una persona aterrorizada cuya vida ha sido destrozada en mil pedazos.

El caso de Alemnia frente a la llamada "Crisis de los Refugiados" ha sido especialmente particular dentro de esta burbuja de des-humanización y oportunismo que se ha manifestado por toda la Unión Europa desde que para ésta misma existen los refugiados sirios, es decir, desde que la foto de Aylan Kurdi agitó de una forma masiva la supuesta conciencia europea. Desde entonces y hasta ahora, un millón de refugiados sirios han llegado a Alemania, y se estima que menos de medio millón también lo harán al terminar este 2016. Frente a una sociedad cada vez más fragmentada, y un incremento espectacular de apoyo a la ultraderecha, Alemania mostraba su generosidad  al acoger a refugiados suspendiendo la aplicación del Convenio de Dublín en agosto de 2015. El Convenio indica claramente que los refugiados deberán ser registrados en el país por el que hayan entrado a la UE. Con el objetivo de acoger a un mayor número de refugiados y por consiguiente agilizar los trámites de sus solicitudes Alemania se saltaba las normas para dar  marcha  atrás el 21 de octubre del mismo año retomando a la aplicación de Dublín.

Merkel dice mantener la promesa que realizó el año anterior, es decir, solucionar "la crisis de los refugiados". Frente al desbordamiento de la situación, la presión social y política los resultados no parecen corresponder con sus supuestas intenciones. Alemania ya no pretende agilizar la tramitación de solicitudes de asilo y darle cobijo a quien huye de la guerra. Lejos de ello, lo que pretende ahora es la deportación y expulsión de estas personas, recurriendo incluso si es necesario y como se demuestra en el vídeo, a la violencia, teniendo como comodín nuevamente "la amenaza terrorista". Lo que debería de plantearse si viviéramos en un mundo justo, es la necesidad imponer barreras a los abusos por parte del gobiernos y su necesidad de controlar a la sociedad por vía de sembrar el  temor y el rechazo a "los otros". También nosotros, deberíamos de plantear un debate público sobre ciertos conceptos, porque la impresión personal que poseo es que no lo tenemos claro ¿Qué es la seguridad pública? ¿Cuál es su precio? ¿Qué implica una amenaza terrorista? De primeras, ninguna respuesta a  las preguntas anteriormente planteadas justifican la agresión a una refugiada. Tampoco corresponde con la idea de negar asilo.

Justo hoy, se cumplen 75 años las primeras deportaciones sistemáticas de judíos a campos de concentración y a guetos. Una multitud se concentró hoy en la estación de trenes de  Grunwald en Berlín para recordar a esas personas que se subían a esos trenes de mercancía con destino desconocido. Seguimos sin aprender del pasado, a pesar de que no haya sido hace tanto, a pesar de que no haya acontecido tan lejos

jueves, 13 de octubre de 2016

La patrulla del Hisba: El microbus del terror

*El siguiente relato que se adjunta ha sido escrito en base a una carta recibida de Abu Reem, un ciudadano de Raqqa que posee una tienda en una calle concurrida. El nombre de Abu Reem es inventado para proteger su verdadera identidad.  Parte de los hechos relatados son reales, pero en alguna ocasión han sido alterados con la intención de darle cohesión y un mayor énfasis al texto, pero su base, idea principal, así como detalles facilitados por Abu Reem han sido conservados. Al final de su carta, Abu Reem firmaba: "Los hechos que le he relatado son reales, ruego hacerlos llegar a quién usted considere oportuno" La autora de este texto, considera que es necesario que al menos los lectores de este blog sean conscientes del horror que sufren los raqqawis en su día a día, en especial las mujeres y ancianas*

Resultado de imagen de hisba raqqa

Abu Reem abre su tienda como cada mañana. Bueno, como cada mañana no, como cada mañana que se lo permite el descanso de los bombardeos. Cuando éstos cesan momentáneamente, la vida cotidiana parece invadir las calles, pero de una manera mísera y gris. El mercado central que se encuentra en la calle paralela a la de la tienda de Abu Reem hace tiempo que ha perdido la vida que le caracterizaba. Por una parte, los precios desorbitados de los alimentos básicos impiden que las personas acudan al mercado con la frecuencia que antes lo hacían, y por otra parte, los propios alimentos carecen de calidad, sobre todo en los cinco meses del caluroso verano en Raqqa, pues los camiones que traen los alimentos pueden pasar días esperando para entrar en la ciudad, mientras tanto, el sol no perdona.

Abu Reem saca su silla de plástico a la calle, y mira al cielo esperando algo. Los niños empiezan a salir de las casas pero no para ir a la escuela, sino para quedarse jugando entre los escombros de un edificio derrumbado, o para ir al centro de adoctrinamiento donde Daesh consigue crear máquinas programadas para odiar y convivir con el terror. El hombre ve como otro día más la patrulla del Hisba circula por la calle. Un rato más tarde, y después de dar una vuelta entera a la manzana, el vehículo vuelve de nuevo, esta vez para estacionar al final de la calle. Del microbus blanco con las letras del Hisba pintadas se bajan dos hombres. El conductor, un hombre bajito y de origen saudí es miembro permanente de la patrulla, su compañero, varía en función del turno. Ambos bajan del vehículo, pero  quedan dos integrantes más dentro. Son mujeres, y su misión es acudir en caso de que una detenida muestre resistencia a subirse al micro. Ambos hombres corren rápido por la sombra que produce el alto edificio que se eleva al lado de la acera donde han estacionado el micro. Ambos cargan a sus espaldas una escopeta. Con chilaba blanca hasta los pies, caminan con paso lento mirando vigilantes, como cazadores, hacia un lado y otro de la calle: Empieza la ronda de hoy.

 El nombre de este cuerpo del Hisba  ha variado a lo largo de la historia. Mientras que originalmente hisba hacía referencia a "cuenta" el vocablo pasó a tener connotaciones más complejas y de mayor peso para la constitución de una estructura de gobierno islámico, pues durante el Califato Abásida  (750-1258) Hisba se denominó a la institución constituida para asegurar el cumplimiento de la sharía. Tanto como la Oficina de Administración Local junto a la Oficina de Inspección de Mercados, permanecieron vigentes  hasta la abolición del Imperio Bizantino (1453). El encargado de la oficina era denominado como "Muhtaseb" cuya función era la de vigilar que tanto en la vida social como en el ámbito comercial se cumplieran las normas religiosas establecidas, que fomentan el bien y alejan del mal. Por lo tanto, el organismo adquiere vital importancia dado que su existencia se basa en el control exhaustivo de las costumbres y relaciones sociales, así como actividades comerciales, establecidas dentro de la comunidad. Para Daesh ha sido importante recuperar este departamento para legitimar su acción. Lejos de velar por el bien de la comunidad y protegerla del mal, los miembros del Hisba proceden a controlar cualquier mínimo detalle de la vida cotidiana de los habitantes, anulando cualquier  libertad de los individuos, como también sembrando miedo a cualquier persona que no obedezca las absurdas normas establecidas por la organización. Sin olvidar la extorsión que sufren los ciudadanos para no ser castigados de una forma violenta y atroz por no cumplir con los mandatos del grupo. 

Los dos hombres del Hisba entran en una tienda de carne. Le indican al dueño que el precio debe cambiar. Su próximo destino es una tienda de ropa femenina que tiene en su escaparate un maniquí. Los hombres entran furiosos a la tienda para pedirle explicación al comerciante. Al parecer, en las últimas circulares, quedaba terminantemente prohibido la exhibición de maniquíes en los escaparates de los establecimientos y también en su interior. El hombre explica que no es su intención ofender ni retar a las autoridades y que su único fin es mostrar cómo su mercancía quedaría puesta en los cuerpos. Finalmente, ha sido afortunado, porque ha podido evitar ir al micro con destino desconocido a cambio de la desorbitada cifra en la actualidad de 10.000 liras. Les ha dado todo lo que tenía, es decir sus ahorros, ahora se pregunta ahora como sobrevivirá "Las vidas no tienen precio" piensa.

Al salir, tropiezan con lo que parece una mujer. Y es que parece porque ese "ser" va envuelto en negro, con a cara completamente tapada. Abu Reem se dispone a recoger su silla y se mete dentro de su tienda, porque visualiza la situación que se avecina y no puedo soportar verlo más. La mujer queda paralizada. El más bajo de estatura, el saudí, señala el microbus sin decir ni una palabra. Todos conocen el nuevo lenguaje y lo que esa seña significa. La mujer, que iba acompañada por su marido se reacciona como toda desafortunada de cada ronda: Suplica, ruega, llora, implora, pero el saudí reitera su movimiento de brazo señalando el microbus. Según logra escuchar Abu Reem desde lejos, entiende que el  delito de la mujer ha sido llevar puestos unos calcetines de color claro, y no negro como dicta la norma. Pero podría ser otra causa la de su detención, podría ser algo igual de absurdo como llevar perfume, no llevar un velo suficientemente grueso, no llevar zapatos negros sin adornos...Tras el cristal de su ventana, Abu Reem visualiza como el otro integrante del Hisba le susurra algo al oído al marido de la acusada. El hombre, que permanecía hasta el momento sin pronunciar ni una palabra se lleva las manos a la cabeza, da la impresión de que si estuviera en su casa, estaría a punto de comenzar a llorar, pero no lo hace. Como si estuviera siendo apuntado con una pistola, se dirige hacia su mujer: "Quedas divorciada, Que Allah te perdone y me perdone a mí por ser tan débil como tú con tu condición de mujer, y no saber protegerte y velar que  cumplas las normas". Los dos hombres del Hisba se miran uno a otro y sonríen cruelmente. Nadie puede visualizar la cara de la mujer en ese momento, pero Abu Reem logra sentir su palidez desde su posición. El resto de comerciantes y personas que atraviesan la calle intentan averiguar qué sucede pero sin hacer mucho ruido, pues puede que sean ellos los próximos.

La mujer empieza a llorar de nuevo, pues parece que no querer subir al micro. El conductor se acerca unos metros al vehículo y hace una seña. A  los pocos segundos, bajan las dos mujeres de constitución gruesa, y una de ellas se dirige directamente hacia la detenida para golpearla y después agarrarla del cuello. La otra, opta por agarrar del brazo a la detenida y forzándola, la dirige al micro para darle un golpe antes de introducirla dentro del vehículo. Abu Reem se siente impotente siendo testigo cada semana de escenas similares, llora en silencio y siente náuseas reales por no poder decir nada mientras intenta ser no visto. Recuerda como la semana pasada, una mujer fue obligada a subir y con ella su anciana madre que portaba una bolsa de la tienda de Abu Reem mientras se llevaba las manos a la cara y las introducía dentro del velo frontal para secarse las lágrimas. Nadie conoce el destino de los que suben al micro, pero todo saben lo que seguramente signifique subirse a él y no tener dinero para canjear el castigo por una cantidad desorbitada de dinero que en la ciudad nadie tiene. Abu Reem se lamenta de vivir en un mundo miserable que ignora estas escenas macabras y el desagrrador día a día en Raqqa. El vehículo arranca y se marcha por hoy. Otra zona de la ciudad le espera, otros futuros desafortunados subirán a él. Después de asegurarse de su partida, Abu Reem vuelve a salir a la calle, y de nuevo, mira al cielo...esperando algo.





domingo, 25 de septiembre de 2016

Alepo: El mundo es testigo de un nuevo holocausto, y lo está consintiendo.

Es desesperante que el mundo no comprenda que lo que el régimen de Bashar Al Asad está llevando a cabo en Alepo no es una ofensiva, sino una matanza. Lo doloroso ya no es la indiferencia absoluta de la Comunidad Internacional, ni tampoco leer y escuchar las barbaridades de quienes apoyan al régimen criminal, lo más triste es que lleguemos a comer con las noticias de Siria en el fondo, viendo como uno de los Cascos Blancos saca a un bebé bajo los escombros, y que sigamos comiendo tan tranquilos, porque "nos hemos acostumbrado". Lo grave, de todo "esto" es el grado de normalidad que ha adquirido ante nuestros ojos. 

Muchas veces, en algunas charlas o encuentros oigo eso de "En la televisión no sale nada sobre Siria" y yo siempre me quedo pensando al respecto de esta afirmación que yo considero engañosa. Personalmente, no considero que los medios de comunicación no hablen de Siria. Por lo contrario, todos los días se habla de Siria, pero  la realidad es mucho más peligrosa, y es que se habla de Siria mucho, y mal, y lo peor, de una forma totalmente deshumanizada. Esta "sobre- desinformación" como me gusta llamarle, hace daño, y mucho. Y una nueva ocasión para mostrar sus nefastas consecuencias, está siendo el holocausto que se está llevando a cabo en la ciudad de Alepo.


Estado actual de Alepo. Destrucción absoluta. Fuente: Itv.com

Mientras los shabiha celebran patrióticos y exaltados la mal llamada ofensiva, llevada a cabo por su presidente, a muchos nos gustaría saber qué celebran exactamente.  El centenar de asesinados diariamente, las bombas de barril que caen a cada instante y junto a ellas, las otras armas más potentes, nuevas y prohibidas por Derecho Internacional Humanitario que se utilizan sin limitación alguna -entre ellas, bombas de fósforo-, o el médico por cada  mil personas que queda en Alepo, la hambruna producida por el asedio, la miseria que acapara cada rincón de la ciudad, o más bien lo que queda de ella...La justificación más escuchada es que para sacar a los "terroristas" de la ciudad, no queda otro remedio que aceptar estos "daños colaterales" Además de que esta afirmación deja en evidencia el déficit no solo ético o moral, también analítico y realista, no entiendo cuál es más terrorista, el bebé que mencionaba al principio, la madre que se le derrumbó la casa encima mientras dormía con sus dos hijos, los señores que son atendidos en los suelos de los hospitales a falta de las camillas o las miles de historias similares...No  lo sé.  Lo que sí veo con claridad es que el mundo ha de nacer y renacer infinitas veces, para volver a tener la conciencia tranquila ante el genocidio que se está llevando a cabo en  Siria.



Bombas de fósforo blanco lanzadas por la aviación de Asad y Putin. Fuente: Andan (Disponible vídeo en Youtube)


Los pocos hospitales que quedan en pie carecen de material y camas para curar a los heridos y se inundan de sangre. Fuente: CNN

Mientras,  El régimen, sus shabiha, sus aliados rusos e iranís, EEUU, Naciones Unidas, se ríen no solo de la legítima causa Siria como es su rebelión ante un tirano, sino que  directamente contribuyen a que esta  MATANZA continúe, pese al empeño  del régimen de disfrazarlo como "una guerra contra el terrorismo" o alardee sin razón de "alcanzar acuerdos políticos" que no son más que imposiciones y amenazas que como resultados dan lugar a unas limpiezas étnicas. Ni siquiera ya se muestran amagos de "preocupación" o intentos de "mediación".  Si no nos quedaba claro, el gran papel de las Naciones Unidas en Siria, pocas dudas quedaron después que The Guardian destapara las contribuciones económicas que ONU realizaba al entorno de  Asad, ninguno de ellos conocido por escrúpulos, ética, y manos limpias de sangre si no fuera suficiente con ello, el 90% de la ayuda humanitaria proporcionada es destinada únicamente a las zonas controladas por el régimen, mientras, el resto de Siria muere a causa de los bombardeos, de desnutrición y falta de asistencia médica. ¿Cuáles son las exigencias imposibles de la sociedad civíl? Un corredor humanitario, una zona de exclusión aérea y unas mínimas garantías que ante los ojos de esta Comunidad Internacional inútil parecen ser peticiones de lujo o caprichos sin más.. Todos los mencionados anteriormente  son cómplices de un exterminio absoluto consentido por todos ellos, y reforzado con nuestro silencio sobre-desinformado, que ningún sirio limpio de adoctrinamiento jamás olvidará.


Alepo en ruinas. Devastador estado de las infraestructuras. Fuente: El espectador

Me cuesta imaginar a Daryaya en 10 años, al igual que me cuesta imaginar a Homs, y Alepo. La devastación ha llegado a un extremo que anula cualquier posibilidad de divisar un futuro para las ciudades y sus habitantes. En el fondo nunca se reconstruirán sean cuales sean las estimaciones que haya hecho el Fondo Monetario para un hipotético futuro en Siria. No hay cientos de millones que puedan comprar el perdón y la dignidad del pueblo sirio.



Voluntario rescatando a un niño tras un bombardeo. Fuente: CNN

jueves, 15 de septiembre de 2016

La historia de Wasim Al Naser: Una injusta contradicción

Hablamos con Wasim, un refugiado palestino-sirio que necesita nuestra ayuda. Nos ha contado su historia, y es ésta:


Conocí a Wasim este verano. Me pareció una persona muy amable y educada. Lo primero que pensé cuando Wasim me dijo que era palestino criado en Siria, es que era de esas personas condenadas a estar injustamente en el medio, en tierra de nadie. Marcado por sus orígenes, su situación es fruto del caos, de la persecución y de la tragedia. Pero Wasim al contrario que otros, no se siente fuera de lugar, y ha empezado a construir una nueva vida y a resurgir de sus propias cenizas. Pero no se lo ponen fácil.
De padres palestinos, creció en Daraa, al sur de Siria en un campamento de refugiados palestinos. Wasim no tuvo ni tiene, nacionalidad, es apártida, el gobierno sirio no le otorgó nacionalidad a los refugiados palestinos. Cuando Wasim alcanzó la mayoría de edad, decidió estudiar la carrera de Filología Inglesa en Damasco. Después, se trasladó a vivir a Inglaterra en 2008, y fue nombrado como profesor de inglés en la Universidad de Cambridge. En 2010 retornó a Siria, meses después estallaría la revolución. No dudó en unirse a las primeras manifestaciones en contra del régimen de Asad, por ello en 2012 tuvo que huir de Siria dado que en cualquier momento sería detenido por participar activamente en dichas manifestaciones. Wasim huyó a Turquía para salvar su vida, allí residió dos años de manera ilegal. En 2014 decidió emprender un viaje a Brasil, una vez allí decidió viajar a Madrid. Al llegar, en el mismo Aeropuerto de Barajas pidió el asilo. Desde entonces, reside aquí, pero todavía no se le ha concedido el asilo. Nuestro amigo se encuentra en un limbo burocrático atrapado, que no le permite viajar, ni reencontrarse con su madre y sus dos hermanos que actualmente residen en Alemania.
Wasim habla un castellano perfecto. Se ha integrado de forma maravillosa por su propia fuerza de voluntad. Él está haciendo por si mismo lo que el gobierno español no hace por él, que es regular su situación. Wasim tiene un buen puesto de trabajo con el que está contento, pero no puede tener una vida normal. Dispone de la famosa tarjeta roja, que cada seis meses tiene que renovar, por lo tanto dispone de permiso de trabajo pero no de residencia.
Cuando le pregunto a Wasim por las excusas que le ponen para no agilizar los trámites me contesta "No te dicen nada. He intentado hacer una entrevista con el responsable del expediente y no me dejaron. Y he tenido 2 abogados y nada". Le pido que me escriba un mensaje para transmitirle a la gente y él me contesta indeciso "Bueno que yo no pido mucho. Pido un derecho básico de libertad de movimiento y poder salir y ver a mi familia en Alemania. Yo me gusta el país mucho y estoy muy integrado pero el gobierno me está complicando la vida. Vivo una contradicción, que tengo trabajo y estoy contento por un lado y por el otro lado tengo la inseguridad de no tener papeles"
Wasim tiene voluntad, tiene actitud, tiene unos sueños. Como otros en su situación tiene muchas capacidades y aptitudes de las que todos nos podemos beneficiar ¿Nos ayudas a que Wasim deje de "estar en el medio" y pueda empezar de cero como se merece? Solo tienes que firmar esta petición. Hagamos presión, denunciemos, que vean que no estamos ciegos. ¡Queremos un presente regularizado, seguridad y posibilidad de futuro para todos los refugiados que lleguen!


Escucha a Wasim, tú podrías estar en su situación.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Sueños "rebuscados".





CNN- Dailymail.uk.co












Llevo meses investigando sobre Raqqa para mi Trabajo de Fin de Máster. Sé que la elección del objeto de estudio fue arriesgada, y puedo asegurar que el proceso de investigación fue muy duro a todos los niveles.

Después de estas semanas de trabajo, mi estado de ánimo es una montaña rusa del revés. Quizás cuando se acababa la jornada de horas y horas escribiendo, borrando, buscando, para escribir y borrar otra vez, el consuelo era meterme en cama, pero lo sorprendente es que, mi mente no se alejaba ni en un momento de "ese objeto de estudio", aunque fuera desde una perspectiva mucho más personal y nada académica. 

A lo largo de estas semanas, un sueño solía repetirse frecuentemente. Esas noches, justo cuando notaba que comenzaba a entablar un diálogo conmigo misma en otra fase de consciencia, me trasladaba a otro lugar. Abría una puerta blanca y salía a la calle. Estaba en Raqqa. No podría describir si  era de mañana o de tarde. Tampoco, por sorprendente que parezca, hacía calor. Sí un bochorno extraño y un aire espeso, así que tengo la sensación de que miro a mi alrededor y todo lo veo en un tono marrón claro. Quizás, una tormenta de ayay* acababa de terminar, no lo sé. Sigo recto y cruzo la acera, a mi derecha está como siempre Abu Faisal** en su tienda, sosteniendo entre sus manos una radio y parece estar arreglándola. Mientras me paro a observarlo  tras el cristal de su ventana, comienzo a oler a pan recién hecho.  Proviene de la panadería de enfrente, pero hoy extrañamente no hay una larga cola esperando. Sigo mi camino recto, un poco desconcertada y cruzo la calle del Mansur. Ahí está Abu Alí en su librería. Me paro a recordar que de pequeña lo visitaba con frecuencia, aunque no necesitara nada. Simplemente para saludar o ver si por fin había llegado algún boli con goma que de verdad fuese efectivo. Pero  tanto Abu Ali, como Abu Faisal no me hablan, es como si ninguno de ellos me viera ni me oyeran. Nadie en la calle me reconoce.

Continúo mi camino recto y veo el ultramarinos que había abierto en mis últimos años en la ciudad. Siguen teniendo la máquina azul de sahlab halib*** fuera. Recuerdo como me indignara profundamente que existiera una máquina para esta bebida "Y entonces el señor que los vende en el carro y que pasa por la zona todas las tardes, de qué va a vivir?" Le preguntaba a mi padre que no paraba de reírse por mi enfado.

Decido seguir mi camino y ahora parece que entiendo algo. Es el recorrido que hacía todas las mañanas para ir al colegio. Tampoco tenía mucha pérdida, calle arriba, todo recto y luego tendría que torcer a la derecha. Como siempre, me paré a coger un ramito de jazmín en el mismo árbol pero esta vez, el jazmín está marchito y no huele a nada. Finalmente, giro a la derecha para reencontrarme con mis amigas del colegio en el mismo sitio donde quedábamos para entrar al colegio, pero esta vez, ahí no hay nadie esperándome.

Es ahí cuando me despierto, todas las noches en ese mismo momento. Pasadas unas semanas y después de analizarlo,  me di cuenta de que recreo ese camino para mantenerlo vivo y retenerlo de alguna forma. Comprendí que nunca llego al colegio porque sé de primera mano que fue bombardeado. El resto, consigo lograr visualizarlo, pero no deja de ser una ilusión en todos sus significados, porque siento y sé que ya nada ni nadie sigue igual en Raqqa.



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*Tormenta de arena
**Los nombres utilizados en este texto son ficticios, aunque los personajes y sus oficios reales.
***Leche con fecula. 

martes, 5 de julio de 2016

Utilices lo que sea para protestar, te lo arrancaré, te lo destrozaré, te mataré.





Ibrahim Qashush fue una de esas personas que dejó de lado su profesión para dedicarle a la revolución, su cuerpo, alma...y voz. Bombero de profesión, se convirtió en "cantante". Sus cánticos, sátiras y rimas le daban ritmo a las marchas pacíficas que se propagaron por Hama en el 2011 "Yallah Irhal ya Bashar" cantaba (Vamos, Bashar, vete ya). La gente se reunía en las calles de la ciudad, con pancartas ingeniosas y coloridas, y con banderas verdes de la Siria independiente, que eran cosidas en las casas por mujeres. Seguían el compás de Ibraim con sus palmas y sus coros, la esperanza todavía se sostenía entre los palos que sujetaban sus pancartas, a pesar de que las fuerzas del régimen estuvieran cerca y pudieran, de nuevo disparar , o lanzar bombas de clavos.
Ibrahim protestaba con su voz, y alimentaba el sentimiento de unión de sus vecinos. Es difícil sostener la alegría en medio de la amenaza, pero él era capaz de conseguirlo. Ibrahim apareció ahogado en un río, le habían dado una paliza, y arrancado sus cuerdas vocales. Pero a Qashush lo mataron por segunda vez, cuando el régimen organizó una manifestación en apoyo de Asad, y utilizaron las mismas entonaciones y ritmos que los de él, para alabar a Bashar.

Ali Ferzat es un dibujante famoso. Curiosamente, hace años -antes de la revolución-  tuvo la posibilidad de reunirse con Bashar, en la era en la que este se mostraba aperturista y conciliador y en una ocasión que convocó a varios artistas para escucharlos. En medio de la sublevación, Ferzat realizó una serie de caricaturas en la que se mofaba abiertamente del presidente. Poco después, un enmascarado, lo secuestró, le pegó una paliza, y de paso, le rompió los dedos. Querían que no volviera a dibujar nunca más. Querían que no volviera a hacer lo que en Siria estaba prohibido hasta entonces: expresarse libremente.

 Ferzat Jarban significó una amenaza real para Bashar y sus matones, el día que comenzó a grabar las protestas, pues no existía cobertura mediática de las mismas, ni tampoco una prueba de su existencia para el  exterior. Se convirtió en los ojos que filmaban lo que una parte del mundo intentaba silenciar. Los vídeos que él y otros activistas grababan se subían desde pequeños centros de prensa improvisados en cualquier refugio o casa considerada medianamente segura por su situación, aunque la lluvia de bombardeos no aseguraba la salvación para ningún privilegiado.  Ferzat murió sin ojos. Se los arrancaron. Fue su castigo. Le quitaron los ojos que vieron y retrataron en movimiento lo que el régimen hacía al pueblo: asesinar, torturar.

De Ruqqia Hassan, conocimos la confirmación de su muerte a inicios de este mismo año. Ruqqia era mayor que yo en unos años, no muchos, pertenecíamos a una misma generación. Nacimos en la misma ciudad, Raqqa. Seguramente, y teniendo en cuenta que todos nos conocíamos, en algún momento nos tuvimos que cruzar. ¿Quién me diría a mí que años después estaría desde aquí escribiendo sobre su asesinato? A Ruqqia fue Daesh quien le arrebató la vida. Lo hizo por reportar la verdadera vida de Raqqa en su cuenta de Facebook. Días antes ella advertía en un estado en Facebook  "Estoy en Raqqa y he recibido amenazas de muerte. Está bien si el ISIS me captura y me mata, porque aunque me estén cortando la cabeza mantendré mi dignidad, y eso es mejor que vivir humillada" .Ruqqia, bajo el seudónimo de Nissan Ibrahim actualizaba sistemáticamente su estado de FaceBook con textos inteligentes que transmitían el horror de Raqqa. Poco después de su último estado, fue detenida durante dos meses, después, ejecutada. No quisieron devolverle el cadáver a la familia.



Khaled Essa representaba en cuerpo y espíritu la esencia de su lugar de nacimiento: Kafranbel. Valiente fotoperiodista, su lente era una de las más valoradas de la revolución. De él ya hablamos unas entradas atrás, informando sobre el explosivo que se detonó en la entrada del edificio en el que vivía junto a su compañero que también resultó herido, pero éste, tuvo más suerte que Essa. Hace una semana pedíamos para el fotoperiodista una visa humanitaria para trasladarlo a un hospital de Alemania donde podría curarlo. Alemania actuó correctamente y agilizó los trámites necesarios. Cuando Essa tenía la visa, falleció. Se señala a Al-Nusra como responsable del acto que le arrebató la vida a Khaled. Nos queda su trabajo, al igual que los otros súper héroes de la revolución, que lejos de las armas, emplearon lo que mejor sabían hacer para darle voz a un pueblo olvidado, silenciado y masacrado. La Siria de verdad, siempre os recordará.